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Una Carta #14

  • Foto del escritor: Mellower Fanatic
    Mellower Fanatic
  • 16 sept 2018
  • 6 Min. de lectura

Entre la multitud que aclamaba su nombre con fervor,  Jeon Jung Kook parecía no escucharlo,  en ese lugar no había nada que le devolviera el ánimo aunque todos lo mirarán con admiración,  no existe el arte sin colores que todos digan oscuros o grises ante la visión del renacer,  unido a la agonía de siempre ser perfecto incluso haciendo lo que amaba comenzaba a cansarlo,  aunque no era su cuerpo el que deseaba dormir,  muchas veces ese insuperable amor la gente a su alrededor lo volvía insípido.  

Depronto su espíritu viviente era un retrato que atesoraba en su corazón,  pero el miedo a saber cómo realmente se veía lo aterraba. 

Ni siquiera su conciencia inmortalizada en lienzo lograría enseñarle su verdad cuando el espejo se quebraba,  muchas personas ese día estaban pendientes de sus movimientos, Jungkook solo se veía a si mismo sonreír para las fotos y firmar autógrafos mecánicamente.  

¿Era posible sentirse vacío explotando tu pasión y talento? 

En ese momento parecía que si lo era,  un auto estacionó cerca al teatro donde grandes cámaras y reporteros estaban anunciando la firma del joven compositor, tres chicos salieron del vehículo y se formaron en la fila como todos.  

Los segundos surgen a las horas,  como el instante es al momento una negación a los hechos que queremos cuando el día acabe también se evapore,  cada vez que crees fallar algo nuevo pasa mostrándote su voluntad de cambiarlo todo; y tu opinión ya no cuenta,  los diarios solo pueden publicar mi voz diciendo tu nombre entre sueños.  

El Jungkook encerrado en su cuarto después de haber llorado recordando a su madre, no podía saber de donde el chico que se hacía llamar Kim Taehyung le conocía. 

Era que en su memoria se había vuelto una maraña de historias que junto a la muerte de sus padres y el haber terminado su relación con Park Jimin no le dejaban conectar hechos desde ese día que mientras firmaba autógrafos,  un chico con un gorro de lana y sonrisa deslumbrante había celebrado su cumpleaños como fan #1 cerca de el; y que además el le había compuesto una canción cuando no pudo ir debido a una recaída en sus tratamientos. 

 Pero seguia viva su sonrisa,  aunque no la pudiera sacar a flote en ese momento.  

Las sombras de la Luna y estrellas brillaban en lo alto del cielo rodeando la casa,  pero ninguno de los dos quería aclarar las cosas o intentar diluir su emotiva interacción bajo la melodía del piano.  

Jungkook se acostó en la cama y solo fingió dormir mientras sus pensamientos se aclaraban hasta que el sueño lo venció.  Taehyung sintió acelerado su pecho, cogió su inhalador e intento calmar sus emociones o de lo contrario se vería sentenciado a la locura,  su teléfono comenzo a vibrar y el revisó el indentificador,  casi se le cae de las manos al ver el nombre, creía nunca volver a tener que recordarlo. 

Contestó.  

—¿Que quieres?— Pregunto enojado.  

Al otro lado de la línea no se oía nada,  solo una leve respiración.  

—Hola hermano. —digo al final una voz, eso molestó más a Tae.  

—No soy tu hermano,  soy Taehyung,  ahora dime ¿Que quieres?—repitió con fastidio,  la voz suspiro. 

—Quiero hablar contigo.  

—Pero yo no ¿Como te atreves a llamarme después de lo que pasó? Ha pasado un año enteró y ni siquiera me dejaste despedirme. —las lágrimas detrás de sus párpados se acumularon, no faltaba mucho para que todo su dolor desgarrara sus ojos,  las grietas en su corazón ahora se hacían más grandes, incluso las cicatrices cuando las recuerdas siguen doliendo.  

Sentía revivir ese día cuando no tuvo otra opción que ver el avión con destino a New York despejar. Desde el otro lado del mundo tenía a su esperanza volverse un recelo ahora de sus recuerdos.  

—En nombre de lo que pasó,  te pido que me escuches,  ven mañana al restaurante Burnet,  tenemos que hablar.  

Al parecer algo había separado a los hermanos Kim. 

—Mira Suga,  no voy a hablar contigo,  hoy te ví muy bien de la mano de ese chico que saludo a Jungkook en el centro comercial,  no pareces tener problemas con la culpa,  ni cargos de conciencia con lo que hiciste,  así que no me llames más. —Tae término la llamada antes de que Suga pudiera responder.  

Volvió a coger el inhalador y se tomó las pastas del tratamiento,  había vencido al cáncer,  pero su asma se había vuelto Crónica desde que ese día las lágrimas ahogaron su garganta y toda su alma, su cuerpo abrazaba el frío suelo mientras gritaba su nombre,  luego se desmayo y despertó en el hospital,  el doctor le había entregado un inhalador que tendría que cargar toda la vida,  le había dicho que si regresaba a los tratamientos pronto se recuperaría,  pero Tae solo se alejo de todo el mundo y se dedicó a tomarse solo las pastas y usar el inhalador,  lo demás era historia.  

Ahora se había dado cuenta de que si lo necesitaba.  

—Tendré que contarle a Jungkook la verdad. —acogió su voz el aire de su habitación una vez pudo hablar,  se tendió en la cama y se acosto a dormir.  

El porvenir del dia cuando el sol sale, un extraño sobre descansa sobre el suelo de la casa donde residen,  un chico con capucha negra toca el timbre y desaparece calle abajo de entre las demás viviendas.  

Un Jungkook adormilado despierta sin dejar de recordar lo sucedido la noche anterior,  cree que preparando el desayuno talvez pueda compensar el mal rato que le hizó pasar a Taehyung; y a su vez poder explicarle el porque estaba tan melancólico tocando esa melodía.  

Se lava la cara con rapidez y baja saltando las escaleras de dos en dos hasta que un par de desayunos listos frenan su carrera. 

Taehyung se acerca al comedor con dos vasos llenos de jugó,  alza la vista hacia Jungkook y lo saluda sonriente.  

—Buenos días,  ven a desayunar,  prepare huevos revueltos,  sándwich y tocino. —Tae se sienta.  

—Buenos días,  gracias,  pensaba hacer el desayuno hoy pero veo que te levantaste temprano.—Jungkook se sienta a su lado y ambos empiezan a comer. 

—Te llegó esto. —Tae deja en la mesa un sobre amarillo.  

Jungkook se inclina y Lee en voz alta el destinatario.  

—Para:  Jeon Jung Kook,  De: Anónimo.—

Tae enmarca las cejas mientras Jungkook abre el sobre.  

—Si quieres,  puedes leerlo en tu cuarto,  yo lavare los platós.

Tae se levanta de la mesa y se dirige al lavado. 

—Gracias.— Jungkook sube las escaleras mientras abre totalmente la Carta que hay dentro.  

"Querido Jungkook

No pienso decirte quien soy,  te pido no intentes descubrirlo,  tampoco tendré en cuenta pequeños detalles para que lo recuerdes. 

Solo quiero pensar que aún en medio de solo letras podrás saber que para alguien aparte de ese chico con el que vives eres real. Más real que el arcoiris después de saber que se inundó el mundo y el sol asciende en el Oriente.  

Existió en mi penumbra donde ni siquiera las luces de la ciudad lograban darme paz,  el miedo a que el mundo me conociera como realmente era solo podía existir en mis sueños y ahora se hizó real. 

Puede ser real también para ti,  te pido que consideres la opción de volver de nuevo a tocar un piano para encandilar el escenario con esas prosas en soneto.  

No guardes rencor en tu corazón por algo que hace años el fuego del tiempo consumió. 

¿Que es el rencor?  

Sino cargos de conciencia que te atormentan dejando sólo ausencia de calor que en un día lejano a la tentación escribiste otra historia,  pero ahora no quieres seguir. 

¿Por que nos creemos tan importantes a la hora de amar?  

Somos el actor de una novela que no fue hecha a nuestra mediada,  pero aún así queríamos forzar esa relación.  

La felicidad no la encuentras pensando en lo vanal que fue haber amado y ahora desear nunca haberlo hecho,  las sonrisas del invierno se congelan en nuestro rostro e inmortalizan para siempre si las recordamos sonriendo Igual.  

Las risas de un bebé pasean en el parque por la mañana,  y charlan durante el té por las tardes,  son esfímeros,  pero aún así no tienen por que volverse un martirio en nuestra mente y corazón.  

Ahora está Carta que te escribo espero la puedas atesorar siempre,  aún es muy temprano,  no te dejes vencer otro día más solo por que no quieres ver que bonito es el cielo en lo alto del éter.  

Aprovecha este día, haz algo con la música que de tus venas renace como flor; y crea un jardín.

P. D 365 días."


 
 
 

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