Parqué Western #27
- Mellower Fanatic

- 9 oct 2018
- 5 Min. de lectura
Jungkook término de subir las escaleras de la primera planta y entró en la habitación de Taehyung, buscó directamente la foto donde estaba con él en el parque Western, y la examinó más detenidamente.
Intento con todas sus fuerzas recordar ese día, varios flashback llegaron al casco de su memoria, todos eran borrosos, tuvo que sugetarse la cabeza para dejar de querer entender forzadamente el por que estaba ahí en primer lugar y no lo recordaba.
Necesitaba a Tae.
Él lograría explicarle.
Pero se habia ido tras el regreso de un tal "J-Hope". Su nombre le sonaba, le ganó la frustración y cerro el diario un momento.
Se sentó al borde de la cama estudiando cómo si de un examen se tratara los Analepsis que abrumaban sus recuerdos imprecisos, miro el diario a punto de caerse, lo cogió, respiro hondo y lo volvió a abrir.
Paso la página y encontró una nota, dedicada a Taehyung, la fecha era la de su primera firma de autógrafos que había tenido, leyó en voz alta:
"El brillo del hado en el oscuro mar que cada noche llega acompañado de estrellas, es igual a las oportunidades en la vida, puedes encontrar varias pero solo unas pocas brillan realmente, las muchas luces que se ven son causa de un fuego que se tarda en extinguir pero que en realidad ya se ha apagado, igual que cenizas que queremos conservas a pesar de que no son más que polvo, pero creerme Tae cuando te digo que también hay ilusión de vida aún cuando todo a tu lado finga verse oscuro, hoy fuiste para mi esa canción que hace mucho tiempo había olvidado, gracias por enseñarme a saber apreciar lo bueno aunque ya no vea las estrellas"
—Nos volveremos a ver— Jeon Jungkook.
—¿Que es esto?—se preguntó a si mismo, pero la respuesta estaba clara, era su letra, y reconocia su marca, era una J envuelta de el armónico arte Abstracto.
Depronto recordó a un adorable chico con gorro de lana que le sonreía mientras hablaban, el diario se le cayó de las manos.
—Kim Taehyung. —dijo sin poder creerlo del todo, pero no era un espejismo, era él, de carne y hueso.
Ese día cuando su madre había sufrido ese horrible ataque de asma, y el había ido a verla saliendo a correr desde su colegio, cuando su padre le pidió que regresara.
El no le había hecho caso, se había quedado en un parqué construido por el hospital para niños con cáncer.
¡Y ese parque era el parque Western, el parque donde Tae y él se habían tomado la foto!
Recordó a una niña con vestido rojo y muñeca de trapo hablando sobre como las cosas saldrían bien respecto a su madre, recordo haberle tocado una canción. Después que ella lo hubiera dejado en la banca alguien había gritado su nombre con emoción. ¡Era él!
Pronto todo tuvo sentido, Jungkook dejó escapar un grito de jubiló, no era una sincronía de la suerte que se encontraran.
Cerro los ojos, calmo su respiración y se acordó de todo.
La niña llamada Susy se fue a jugar con un grupo de niñas iguales a ella que la llaman haciendole señales para que las acompañaran en los columpios, sonreí al recordar sus palabras de aliento, mi madre tenía asma, pero re recuperara, no me hacia gracia estar en un hospital; sin embargo sonreí mirando a los niños del lugar.
Ellos tenían peores cosas que soportar, y aún así pueden sacarle brillo a tan tormentoso día, pues yo también lo haría.
—El chico con gorro de lana. —suspire mirando al cielo. —¿Donde estas Kim Taehyung? — pronunció cansada mi voz de siempre mencionarlo, aun así buscaba no borrar de mi mente su cara ni nombre.
—¡Jungkook! —grito alguien a mis espaldas, en su voz había alegría por encontrarme, yo me volví despacio hasta ver a la persona responsable de esa voz. Y entonces lo ví.
Solo a unos pocos pasos estaba Kim Taehyung, no podía creerlo, sonreí sin poder evitarlo y corrí a abrazarlo. Él también me correspondió el gesto, estaba diferente, tenía más rellenas sus mejillas, había color en su rostro y brillo en sus ojos.
Aunque para mí seguia siendo el mismo.
—Jungkook—. Dijo con la voz en un hilo.
—Taehyung—. Hablé también dejando en claro que tampoco creía que estuviera ahí.
— Te extrañe. — Solté de repente, tenía que decírselo.
El no dijo nada, cuando nos separamos ví una solitaria lágrima resbalarse por su mejilla derecha, la limpie con mi pulgar y el sonrió.
No tengo una hora exacta sobre cuando tiempo nos quedamos en ese parqué hablando, me contó sobre lo que había pasado con su mejor amigo, lo que había hecho su hermano; el por que había terminado despertando en Seúl después de un coma de casi 1 semana. Y la noticia de que ahora estaba sano, libre de cáncer.
Yo le hable de lo ocurrido repentinamente con la salud de mi madre, de Jimin, y del extraño sueño que había tenido en clase de Biología.
—¿Que crees que signifique? —me preguntó cuando le hable de la Pantera echa con estrellas.
Vacile un momento.
—No estoy seguro, solo recuerdo la sensación angustiante de haber sido señalado por ella, y de que no pienso volver a experimentar una sensación parecida. —le explique tras pensarlo mucho.
Lo cierto era que los planetas, el sol, las tres galaxias, las matemáticas, el Universo enteró de mi sueño, eran una pequeña verdad de mis canciones. El consecuente precursor de haber tocado el cielo y ahora ser un tu propio angel y demonio.
Mirándolo bien. Que fuera la órbita de ese ecosistema galáctico solo referenciaba el hecho de que últimamente había omitido por completo de que existen más personas, que Tae eran una de ella y lo había olvidado. Como había hecho con todo.
Que me sintiera el sol, quería decir que me sentía el centro del universo por ser un músico tan joven, la verdad es que no debía ser así; el cometa rompiendo mi pecho y quemandome por dentro, podía relacionarlo como un polo a tierra, debía abrir los ojos y entender que todos formabamos una mezcla, no podía creeme yo solo como el único ingrediente.
—Quizás, sea que debías dejar de sentirte un punto único en este planeta que algún día desparecera, tal vez ahora o en un millón de años, el caso es que todos moriremos, serás enterrado junto con todos los que un día odiaste o amaste, el caso es que no debes sentirte tan especial; muchos son mejores y no por eso lo cantan en cada esquina. —opinó Tae.
Solté una carcajada.
—¿Por que te ríes? —pregunto riendo también.
—Nada, —me excusó achinando los ojos—solo que tienes razón, y de hecho ya había llegado a esa conclusion antes de que hablaras, aún así es bastante inteligente. —añado alzando las cejas.
Tae me da un empujón sin dejar de reírse.
Un chico con cabello tenido de verde se acerca hasta donde estamos, me presentó y el me saluda, me dice que es su hermano. Tae blanquea los ojos.
—Me haces un favor, ¿nos tomas una foto? —le preguntó al chico pasándole mi teléfono.
El se encoge de hombros y nos toma la foto a Tae y a mi, a petición de su hermano también lo hace desde el suyo.
—Debemos irnos. —le dice a Tae devolviendome el móvil.
Abrazo al chico con gorro de lana.
—Te veré luego. —lo despido con un abrazó.
—No lo creo. —nos interrumpe su hermano.
—¿Por que no? —le pregunta Tae con recelo, noto un claro disgusto ente ellos, sobre todo por Tae.
El chico presentado como Min Yoongi, ignora la mirada inquietante de su hermano y me mira.
—Nos iremos mañana de vuelta a Busán, vinimos a Seúl, solo para su recuperación, ahora debemos volver. —me aclara para darse la vuelta y salir del parque.
—No lo sabía, yo.... —se comenzó a disculpar, pero yo lo tranquilizó.
—Tae, esta bien, estoy feliz por tu recuperación, seguiré haciendo presentaciones en Busán, ¿Iras a verme?
—Claro que sí.
Después de eso el se fue sin mirar atrás, y yo también.
No lo volví a ver hasta que de ese puente me rescató.
Ahora tengo 18 y el 17.










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