Período de pueba #38
- Mellower Fanatic

- 23 oct 2018
- 11 Min. de lectura
Pase por recepción cuando de repente una enfermera me llamó la atención. —¿A donde? Dudé un segundo pensando que tal vez ella creía me dirigía a algún consultorio.
—Voy a ver a un amigo. —Lo siento pero la hora de visitas esta por acabarse—Mi cuerpo se desinfló. —No me dija eso. Ella asiente revisando su reloj. Estaba convencido de que aún me quedaban unos minutos, al ver su rostro tan seguro ya no lo pensaba tanto de esa forma. Me obligaría a salir sin verlo y no podía echarme encima la culpa por haber faltado mi primer día de expulsión al hospital. Después de todo ese había sido el plan que tuve en un principio. —¡Ah no! Me he equivocado, aún le quedan unos 40 minutos —habló depronto haciendo énfasis en la hora. —Vaya gracias—. Camine con prisa de no gastar más tiempo, al llegar a la habitación, como si él pudiera escucharme camine de puntitas. Guarde su dibujo y el lago café detrás de mí espalda. Toque la puerta dos veces como la gente suele hacerlo alerta de cualquier movimiento. —Adelante—Permitió una voz desde el interior casi inaudible, pense que sería debido a mi tardanza. Ignorando ese pensamiento que sacudió el remordimiento en mi pecho, emplee un poco de fuerza sobre el pomo. Abrí con cautela tomandome un instante para colocar el pié derecho detrás del izquierdo. —Tae lamento mucho la tardaza pero tuve que aprender a colorear y...—comienzo a disculparme hasta que caigo en cuenta de que nadie en la habitación esta prestando atención a mi llegada. Tae tiene puestos unos auriculares y mira atentamente a una tablet que lleva en las manos sin dejar de hacer gestos como si estuviera cantando. Reconozco la canción. —"Estas mintiendo para ganar un pedazo de mi, cuando nunca podrás por que conozco mi destino..." Melanie Martínez esta en toda su música. Ya con más confianza de que no se haya enterado de mi retardo camino hasta sentarme al borde de la camilla. Cuando mi cuerpo hace un espacio en el colchón me mira. —Hola amigo. —saluda con una sonrisa que nuestra sus blancos dientes. —Hola—. Repito ahora un poco decepcionado de que no me estuviera esperando como pensaba. El video se termina, deja a un lado el aparato electrónico para entablar una conversación. —Llegas tarde—apunta al cronometro que hay en la mesa con un florero. Lo miro con curiosidad pero no parece enojado por decirlo. —Si perdona. El mira los dibujos que deje reposando en mis rodillas. —Ya se por que, Conociste a la hermana y prima de Ray Allen Ginsberg, ¿verdad? — adivinó alzando una ceja acusadoramente. Con rapidez me fijó en los dibujos, por suerte su retrato estaba debajo del lago, solte al aire que almacenaba en los pulmones satisfecho. —Si... Por eso me demore, ellas me invitaron a pasar en su casa de muñecas y no podía decirles que no. —respondí añadiendo una sonrisa histérica. —La primera vez que las ví, hicieron lo mismo, ahora que saben en que habitación estoy vienen todos los días a dibujar—confiesa acercándose al primer cajón de la mesa a su lado con un hermoso Rosal recién cortado, pude notar unas pequeñas gotas de lluvia en los lirios de sus hojas, igual que el cristal. Tae me entregó una colección de animales, objetos, personas y paisajes que había pintado. —Cuando me remitieron a tener que pasar el resto de mis días aquí dentro fuí al parqué, una enfermera me encontró triste al borde de las lágrimas mientras veía el techo; me aconsejó una visita. En un segundo intento me convenció, al llegar solo pretendía estar sentando sin hacer nada, pero por alguna razón el aire era fresco. Cerré mis ojos cuando escuche llegar un huracán de colores, eran ellas: Cristy y Boom —las nombró —; Al verme se sentaron a mi lado, quisieron saber cómo estába y por que el gorro. Después de contarles me invitaron a pintar. Tae hablaba con cuidado de no dejar por fuera algún detalle importante, tenía intención de esparcir por la superficie los bosquejos así que lo ayude. Quién podía imaginar que durante el tiempo que tuvo miedo a tener que olvidar como era su vida antes de... Esas dos niñas pudieran colorear su mundo clínico distorsionando un poco la realidad. Ray Allen Ginsberg tenía problemas respiratorios. No quiero saber más de cáncer, aunque ahora suene un primiparo ya sé con certeza que se siente. Las pequeñas estaba en el Quinder, así que después de asistir a él visitaban a su hermana y prima con intensión de ayudarla. Cristy se dio cuenta de algo. No podía hacer sentir mejor a su hermana o a los niños que padecían los mismo solo con pintar, eso no haría que despertaran y por arte de magia ya no tuvieran esa horrible enfermedad. Pero intentaron sin importar que. Emprendieron una forma de agrandar su empresa de colores y ahora siempre que veían a alguien triste lo invitaban a pintar. Algo debían hacer esos tonos pastel o Chillón. —Son muy lindas, espero poder pintar a su lado cada vez más. Kim dejó de hablar viendo con melancolía los dibujos. Aun seguía a su lado en la habitación, pero percibí como se se alejaba cada vez más. Después de un años y medio intentado las esperanzas se agotaron; ya no quería pintar, extinguiendo sus dibujos aun mínimo. —Pero esta claro que lo harás, además ellas ya han venido, significa que seguiran haciéndolo —interve interponiendome entre ese desconsuelo colocando el lago color cafe a un lado de los demás paisajes. Sostuve con fuerza su retrato. —Es para ti—se lo entregue finalmente. Kim Tae lo recibió con asombró. —¡Soy yo! —manifestó en un carcajada—. Lo has hecho igualito. Me sonroje un poco. —Si, quería que tuvieras un recuerdo de como te ves ahora, no me gustaría saber que éstas triste cuando los tratamientos hayan hecho efecto en tí.—estaba claro que eso pasaría —. El no lo sabía o quería saberlo. —Vale, no lo hare, además con lo guapo que me has hecho esta imposible. Los dos llenamos la habitación de risas. —Dentro de poco será tu partido, debo estar listo para verte ganar. —Recordé el pleito con Wong Bim parando la risa de golpe. —Oye Tae —lo llame tratando de encontrar una forma de decirle la verdad. —¿Si? —respondió sin dejar de ver su cuadro. —He abandonado al equipo —confese mirando a otro lado esperando la bomba. Hubo silencio. Pero no por mucho. —¿Que hiciste que? ¡¿Como que dejaste el baloncesto?! —exclamó poniendo con fuerza la hoja de papel con las demás encima de la comoda. Me volví percibiendo su enojo. —Calmate no es para tanto —traté de defenderme. —¿No es para tan..? —¡No! Por que tu era más importante que eso—lo interrumpí parandome de la camilla. —Ese deporte es tu vida. —Pero tu eres mi mejor amigo— le recordé decepcionado de que él mismo no se diera el valor necesario como para dejarlo todo y acompañarlo. Los 40 minutos se acabaron, el doctor que atendía a Tae llegó pidiéndome despegar el área. Sin responder salir de la habitación, mire a Tae pero él me ignoraba.
Estuvo enojado conmigo hasta que transmitieron la derrota por televisión.
Muchos del colegio no me hablaron por más de una semana, trataron de hacerme sentir mal por haber abandonado al equipo en una etapa tan importante, pero no fue así.
Tome mi desicion y estaba hecho, puede que Tae este enojado pero no cambiaría la razón de que lo había hecho por mi amigo. La segunda vez que fuí me encontré a la señora Kim por el corredor.
—Hola Tesoro —saludo dándome un beso en la frente.
—Buenas tardes,— contesté entregándole el sobre que antes mi madre me había pasado en el comedor el día anterior, pero debido a la pelea olvide dárselo— es para usted, lo manda mi madre.
—¿Enserio? —parece sorprendida de que le entregara algo de su parte. —Gracias.—añade abriéndolo.
Me despido siguiendo el túnel, no quiso verme los últimos días de la expulsión, varias veces Suga me mando el recado; tras acabase él tiempo lleve el Acta a la directora cuando regresé a clases.
En la entrada me encontré con Wong Bim. Contuve las palabras "Gran partido"que quería decirle, Sabía que iniciarian una disputa.
La falta de disciplina quedó en mi expediente, a la hora del intercambió no apareció, seguramente debieron anularlo ya que en ese caso no sería posible ejecutarlo.
Tras la derrota y tres días más, soporte no llamarle a Suga o a la señora Kim para saber cómo estaba.
No quería que le pusieran al tanto de mi preocupación.
El estaba enojado conmigo no yo, por tanto él debía llamar primero. Mi amigo no puede aceptar que yo deje el deporte para estar a su lado, nuestro primer día en la secundaria cuando se abrieron las inscripciones para entra al equipó estaba más emocionado que yo empujandome a las pruebas. —Debes ir, los dos sabemos cuanto te encanta el baloncesto —ánimo al verme dudar cuando cogí el lapicero e iba a escribir mi nombre en la lista de interesados para ingresar al equipo (The Winner Go) —Si, pero también quiero este año tener buenas notas —refute optando por dejar el marcador en el adhesivo al lado de la lista. —Vamos —comencé a caminar sin Tae, tras haber dado dos pasos escucho un bolígrafo moverse con agilidad en una superficie. Tae vuelve a hacerlo. Evita que siga caminado agarrando con fuerza la capucha del buso. —Ahora tienes un nuevo horario. Mi nombre esta sellado para la prueba de baloncesto el día 2 de febrero/2012 (osea hoy) a las 5: 00pm. —Te dije que quiero sacar buenas notas este año, los entrenamientos serán pesados y no tendré tiempo —comencé a quejarme tratando de tacharlo. —Ay de eso no te preocupes, yo te ayudaré —habló restandole importancia. Es cierto que es el mejor, y es cierto que me encanta el baloncesto. Pero hay veces que quiero sacudirlo para que deje de hacer cosas a mis espaldas, aun así nunca me arrepiento de que hubiera colocado mi nombre sin permiso. 6°. 7° y casi todo 8° jugué obtenido los primero lugares como mejor anotador, mejores pases, mejor defensa. Entre otros. También al lado de Tae obtuve excelentes calificaciónes. Eramos un equipo, pero un soldado había caído y yo no iba a responder a su lealtad dejándolo solo. .
Ese período donde me ví ausente de su lado debido a la falla de su corazón fue también cuando entable amistad con Seok -Jin. Desaparecí por que el solo tenerlo 3 semanas y luego adiós era muy duro para mí.
No estaba en mi clase, pero al parecer necesitaba tutoría con álgebra A1. Me pedía copia constantemente mandandome notas a mi asiento. Lo hacía pero en ocasiones nos pillaban mandandonos a coordinación. Una mañana lo encontré sentado en un pupitre vacío cerca de mí. —Así será más fácil copiar —afirmó descaradamente. —¿Ya te hablas con Kim? —Preguntó mientras sacaba el cuaderno de repaso del maletín. Le comente que me era muy difícil estar parado frente a él y no poder ayudarlo. Me desgarraban las lágrimas cada noche junto a la conciencia de mi mente al no visitarlo. Pero es que no lograba dar un paso frente a su casa. Deje con cuidado él libro sobre la mesa y suspire lentamente. —No — respondí dándole a saber lo mucho que me afectaba ese hecho. —Deberías volver a hablar con él—propuso copiando los ejercicios de la clase pasada. —Tal vez.
Me obligue a mi mismo la acción de ir, no mucho después Suga debió asistir a la Universidad, así que fue un momento perfecto para llevar a cabo la idea del Hospital. En un momento de debilidad deje a Tae solo. Saber que iba a Morir fue peor que abrir la Caja de Pandora. No lo soportaba.
Me límite a escuchar las quejas en el Colegio de quienes supieron del Cáncer cada ves que pasaba a su lado.
Sentía que lo olvidaban hasta que me veían caminar hacía las clases apagado, y sin ánimos de estar realmente ahí o saber de que la hipotenusa significaba el lado más largo de un triángulo rectángulo.
Por raro que parezca, Cristy y Boom me dieron la idea de llevarlo a la playa, solo que fuí yo quien puso su vida en riesgo.
1 Semana después del diagnóstico final.
Estuvimos tan cerca, ¿Como es posible de que su cuerpo sea tan injusto? ¿Como puede recaer? La frustración me hace golpear con fuerza un lata de gaseosa arrujada en el suelo.
Regreso al hospital. No con la intención de visitar a mi mejor amigo o de hablar con él doctor para insistir.
No existía cura, eso todos en rehabilitación lo saben.
Camine en círculos por la recepción hasta que mis pies se guiaron solos, terminé llegando al Parqué Western. Como lo supe desde que oí las sonrisas el día era perfecto, no imposta que mal lo hayas pasado. Ni el hecho de que vayas a morir era relevante.
Siempre habían niños sonriendo. Y siempre terminabas yéndote de ese lugar feliz.
Busque a Cristy y a Boom por todas partes, repase en primer plano la Caja de arena, la Resbaladilla, los columpios, el pasamanos, el tobogán, una llanta de carro y el Enorme árbol que decoraba todos los Juegos.
En una esquina ví una Mancha Rosa Chillón, esa era la oficina de las pequeñas. Una hermosa casa de princesas, ahora era más alta.
Aun después de que se me levantara la expulsión (3 días) continúe coloreado con ellas cada vez que visitaba a Tae, en camino a su habitación pasaba por unos cuantos dibujos y horas de modales para llevarselos a mi mejor amigo.
Compre una carpeta donde colocamos sus dibujos, casí que como una colección.
Agradecí por dentro verlas hablando envueltas de Rosado.
Habían crecido, 1 año y medio hacían la diferencia.
Ahora tenían 5 años, estaban un poco más altas pero seguían siendo regañonas.
—Hola chicas.
—¡J-Hope!
Las dos salieron con prisa de la casa abrazandome las rodillas.
—Te extrañamos mucho por que ya no vienés —se quejó Boom.
Me incline para quedar a su altura, aprete un poco su mejilla izquierda.
—Si, Tae tampoco está en su habitación — hizó un puchero Cristy.
—Lo siento, la verdad es que he tenidó mucha tarea, pero que bueno poder verlas otra vez.
Volví a abrazarlas.
Mire al cielo extrangulando un llanto en mi garganta, ¿Como decirles que su amigo de dibujos tiene 1 mes de vida?
¿Como contarles que el hecho de no haber vuelto era que iba a perderlo para siempre?
Contuve el aliento respirando con fuerza.
—¿Estas bien? —preguntó Boom separándose un poco para verme, dije que si varias veces con la cabeza pero una lágrima resbaló por mis párpados. Con su mano pequeña la limpio.
—No Llores aquí, Vamos adentro, ahí podrás contarnos lo que pasa.
Con adentro se referían a la casa de muñecas, había ahorrado toda mi mesada que recibía los fines de semana para comprarles una casa mucho más grande.
Ahora tenía más espacio y no chocariamos los codos si pintabamos.
Se que dije que tienen 5 años pero eran más maduras que cualquier adulto conocido.
No tuve problemas con sufrir algún golpe cráneo cefálico en la entrada, los tres ocupamos los espacios a la perfección.
Mi llanto dejó de sonar, trate torpemente de limpiarme las lágrimas hasta que Boom y Cristy me entregaron una pequeña caja de toallas húmedas.
—Gracias —hable entre balbuceos cogiendo una.
—Ahora cuentanos —pidieron suavemente.
—Es que... Yo... Y Tae... —. Jadeo por el hipo.
Les cuento Todo, nunca había intentado decírselo a alguien, por algún motivo confiaba en esos pequeños corazones puros que cogieron mis manos dandome palmaditas de comprensión.
—¿Has pensado en llevarlo a algún lugar? —comentó Boom de repente.
A Cristy le brillaron los ojos.
—¡Que buena idea! —exclamó eufórica como si depronto una bombilla encima de su cabeza se prendíera.
—No puede salir de la casa—les recordé encorbandome.
—Corrige tu postura.— Ordenaron señalando acusadoramente mi espalda en arco.
Volví a estar recto, sabía que iban a rehañarme pero valía la pena deprimirme por un microsegundo.
—No tienen que ir muy lejos —planteó Boom.
—Exacto, pueden asistir a un lugar cerca de su casa— añadio Cristy—; la cuestión es que compartan un momento ustedes, así el podrá olvidarse de su enfermedad. Y tu tendrás devuenta a tu amigo de siempre.
Las amigas chocaron las cinco felices de su plan.
—¿Creen que funcione? —titubeé dejándome convencer. La verdad es que no sonaba mal, debía pedirle permiso a Suga y listo. Llevaría todo lo necesario para cualquier emergencia; y aunque sólo haya pasado un día, para mi serán cien años recordando los viejos tiempos.
Acepte con la condición de contarles todo después.
—Son las mejores —resalte su ingenio.
La tristeza había quedado atrás, ahora me emocionaba el llevar acabó el plan.
—Ten cuidado, —se despidieron cuando les dije que iba a ver a Tae— mandale un saludo de nuestra parte.
—Claro que sí.
Baje saltando de dos en dos las gradas al empujar la puerta giratoria de la entrada.
En medio de la marcha una atroz verdad me asaltó. Quería tener una tarde de amigos, pero Suga nunca lo permitiría, siempre estaba en la casa, además nunca nos dejaba hacer nada que pusiera a la deriba su estado de salud.
<<<¿Como haría pasa despitarlo? >>>, <<<¿Y si insiste en venir con nosotros? >>>
Ahí fue cuando las cosas se salieron de control, y dos días después tendría que coger un avión.










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