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Chica de portada #51

  • Foto del escritor: Mellower Fanatic
    Mellower Fanatic
  • 3 dic 2018
  • 15 Min. de lectura

Seok Jin estacionó su auto bajo la penumbra del momento marcada en su rostro como si manos criminales hubieran calcinado sus facciones de forma violenta. Una febril nube lo acompañaba, ahora disparaba tornados sobre su espalda encorvada cerca al manubrio, no se molesto en advertir rápidamente sobre su llegada al joven que estaba por transitar rodeando la ciudad igual que una circunferencia predecible hasta llegar al límite oriental, lugar donde ambos por razones inciertas debían estar. El día brillaba, haciéndole honor fallido sobre como se sentía, parecía desfallecer en cualquier instante palpable, totalmente paralizado como si un alfiler cerca a su infladama emoción palpitante se moviera peligrosamente apuntándole listo para disparar. Ahora pigmentaba su lustrado ejemplar como un Deja Vu risueño dentro de los soñadores anhelos infantiles, como un vals en Primavera, listo para escapar por pusilanimes minutos al mundo ideal, del cual pudieramos escapar, sin forzar nada; todo natural, todo un escenario fingido, cuyo perdurable rostro seguiría aprendiendo a amar para luego verlo hecho cenizas. Andando como ciego, había sido vendado. Logre deshacerme de la incertidumbre, incontables veces fuí incapaz de golpear esas paredes opresoras de mi visión, ahora soy libre más quisiera haber sido esclavo siempre. Por la persiana de su habitación una melena teñida color naranja con aparente decepción dejó caer las tablas de la ventana cuya tonalidad era marrón añadiendo un resoplido exhausto. —Ya llegó — parecía hablar consigo mismo, un monólogo hacia su conciencia reflectada dentro de los vidrios espectrales rotos desde que fue lanzada la primera piedra, con cien intentos de huir fracasadamente de los mil demonios que seguían atormentandolo. Por ultima vez visitó el espejo del lugar lo bastante grande para verse totalmente, igual que un muñeco de trapo, su sonrisa era cocida a la tez del semblante culpidamente pálido que era obligado a colorear sólo para evitar ser señalado entre susurros por las personas de la calle, sus ojos eran cuevas completamente vacías;  relucientes como las hojas moribundas de los árboles colgantes bajo el firmamento listas para caer y traer consigo la estación del otoño, iguales o peor que los botones que usaba su madre para remendar los agujeros dejándos en la camiseta del uniforme cuando de niño tenía alguna pelea. Cada vez que su corazón golpeteba bajo las venas llenas de sangre se sentía como un martillo avasallador, se mantenía en su capa vestida de aislamiento provocándole escalofríos; adherida como calcomanía, si trataba de despegarla se arrancaría las escamas. Absolutamente irritante, con sus dedos paso delicadamente las llemas por la superficie tersa del cuello alisandolo, recogió del mesón un regalo comprado lleno de abatimiento después que su teléfono sonara a la medianoche, como si tuviera derecho a una llamada pero quién responde finalmente te hace erizar los vellos del brazo. Término de bajar los últimos escalones llegando cerca del portón, su madre le beso la mejilla despidiéndose. —No tienes idea de cuanto me duele verte así— le dijo a su hijo desbordando en llanto. —Tranquila — calmo sus hombros; los cuales se sacudían acompañando cada gimoteo causado por el choque de aire y su desesperado intento para recobrar la compostura. En puntas alzó los talones del suelo viendo el ante jardín, noto finas telas de seda hiladas del paisaje junto al despertar, igualmente abrupto que el de los sueños traídos a la realidad bruscamente negándoles su derecho de nadar por ambientes solo creados para ellos. Acababa de levantar el velo de un vestido encontrando una calavera sobre el rostro de la novia. Justo cuando el motor se apagó cansado de rugir la puerta de la casa se abrió levemente dejando ver un cuerpo igual de difunto asomándose con incuestionable timidez, sus velas habían sido sopladas, ambos vectores refinadamente se balanceaban sin ánimo. Jung Hoseok entró al auto pesadamente. —Hola amigo — saludo sin mucha emoción cuando lo vió. —Hola— correspondió el conductor volviendo a girar sus llaves, sus cuerpos querían un abrazo, más dentro de esa esfera llamada realidad se encontraban lejos. Volaron tan alto que la caída los dejó perturbados, fuera de los múltiples golpes; parecian ser capaces solo de articular un "Estoy bien" Cuando unas muecas de dolor germinaban a la defensiva por si más preguntas se aproximaban. En el regaso del copiloto descansaban unas flores maritales, eran Rosas con un intenso color, sacadas de los labios más puros que existen de la tierra. No ha habido un rojo más desgarrador, más brillantes y entusiasta, la mujer más hermosa podría sentir celos si así lo deseaba con solo verlas. Tersas como un pétalo de cristal nacida del reemplandor completamente nuevo hecho por el sol, los violetas del arcoiris ganadole al Crepúsculo bendigeron sus nuevas hebras para esta ocasión imprevista. Cuando estuvieron listos se deshicieron del freno para lograr salir del barrio, condujeron por horas viendo a su alrededor sonrisas e incluso vida que ellos despreciaban totalmente. No estaban en modo celebración. El vehículo andaba sin mucha prisa sobre la carretera ardiente, era verano más dentro de sus corazones el hielo no podía escasear. Al llegar Hoseok contrajo su cuerpo deseando desaparecer como si no pudiera creerlo su mano derecha se aferró al cuero del auto cocentrandose en el dolor provocado por las uñas enterrandose en su palma; y no en... Es otra clase distinta de Dolor. Dentro del raiting de sismos, si construía una ciudad incluso Tsunamis habrían desenoolvado todo. Parecía estar bajo un hechizo, las rejas chirriaban con el son del viento escombroso rodeando la tierra que gritaba bajo sus pies. Había otro auto estacionado justamente en diagonal. Sujeto con fuerza el ramo tras sentir un vuelco de repente contra si mismo queriendo arrebatarselo de las manos cuando salio por primera vez del cascarón. Dentro estaba parado con sus manos en los bolsillo del pantalón un hombre que luchó contra los propios Reyes del cielo con tal de ganar. Min Yoongi. Parecía un villano, más esta historia nunca sería real si el se hubiera rendido, cuando vino a visitarme en tanto yo empacaba sentí rabia, estaba destrozando todo lo que conocía mandandome lejos, pero entendí gracias a él que "Las horas, minutos o incluso segundos que le inviertes a tus lágrimas podrían ser valiosamente usados para encontrar una solución" Mis años en California fuí feliz, estaba claro que no era el lugar donde prefería estar pero,  volvería; y mientras eso ocurría debía estar agradecido, compre una brújula,  las veces que su estándar enviaba señales en esta dirección pensaba en como estarían, pero si un hombre capaz de retar el mismo destino estaba con ellos, entonces no tenía por que preocuparme, descendió al Hades; trajo a Cancerbero logrando salir, pisoteo sus mandamientos infernales que decían "El que entre a éste lugar nunca podrá salir, la luz del Sol será sólo traído por el alma de sus ojos también arrebatada tras un año concluso". Si los 3 años en los cuales el avión se demoró en despegar hubiera lamentado estar ahí, sería realmente agotador despertar en una cama donde el colchon no tenía los agujeros dejados por mi madre cuando adopto un gato bastante energético y trataba de llevárselo provocando que clavara sus filosos chucillos. Pero simplemente no puedes ir contra el río. El conductor también se bajo caminando al lado del joven con Rosas en su mano derecha. Mantenía la miraba baja, no era un lugar donde fuera de mucho agrado permanecer por mucho que de niños lo involucraran en sus historias con la compañia de una fogata. Con un movimiento de cabeza se saludaron, Suga vio algo a sus pies exhalando jadeante; sacando de su cuerpo todo lo contenido, formó una nube debido al calor del aliento y el frío del exterior haciendo pequeños copos. —¿Han sabido algo de Nam-Joon? — preguntó Jin conmocionado. —Aún no,  me temo que nunca volveremos a saber nada— respondió el hermano de Taehyung casi inaudible, un rastro de barba  se asomaba por la barbilla; acababa de ser reiterada más aún así quedaron contables sombras oscuras. Su semblante totalmente muerto hablaba por si solo, ya no tenía fuerzas para seguir. Este era el final para todos. Nadie se esforzaba por ocultarlo. —Los dejo, no quiero más estar aquí— se despidió saliendo del lugar, encendió su vehículo dejándolos solos.  Los chicos miraron como salía a toda velocidad desapareciendo sin hacer algún movimiento, bajo sus pies se activaba el césped recién cortado queriendo retenerlos. Hoseok sintió que si trataba de escapar caería tropezando con esas armas letales esparcidas por toda la montaña. —¿Que harás ahora? — quiso saber su amigo tratando de animarlo. —Nada— contestó depositando las Rosas, contaba con 50 hermosas Esmeraldas acicaladas de Rubí. —¿Volveras a California? — se atrevió de nuevo a insistir, le preocupaban las palabras que respondía su compañero, la amistad de ambos no sólo se quedó en el Colegio, durante el pasar del tiempo que se fue estuvo pendiente de cada pista; tenía como plan ir incluso a visitarlo, le dolía dejar de verlo otra vez. También su madre le suplico convencerlo de quefarse, irse otra vez al otro lado del mundo seria volver al pasado, si quería tiempo solo entonces podía vivir con él. Hoseok sonrió de medio lado sin mostrar los dientes, era irónico estar tan tranquilo. Debajo de sus costillas todo se caía a pedazos. —¿No lo entiendes Jin? — contestó — debo hacerlo. —Pero puedes quedarte conmigo si necesitas espacio,  no quiero que te vayas —imploró atrayendo su atención. J-Hope amablemente salió de su agarre. —Ya no puedo más, si me quedo entonces nunca lo superare. —No tienes que superar nada — lo regaño—; ¿Acaso se resuelven los problemas superando? No, debes vivir, aprender a ser fuerte, yo puedo ayudarte. —No, esta decidido, mi vuelo sale en dos días— conlcuyo retirandose. A medio camino los flashback de su cizañosa mente llegaron como Cortes antes de empezar la película, abriendo las cicatrices más profundo; esta vez eran vidrios gruesos, pronto de sus acuosas retinas pulcras gotas de sal comenzaron a ser derramadas sin compasión gélidamente acaparando el suelo fértil. Con el cuello sin soporte haciendo reverencia al pasado, se dejó caer sintuando su muñeca derecha evitando producir un ruido seco, sin aliento decia una y otra vez. —Es muy injusto. Jin ignorando sus propias emociones se acercó ayudándolo a pararse; probablemente con la esperanza tan peregrina como una canción aleatoria de sacarlo pronto de ese pasaje que trajeron las memorias jugando en su contra. —Nadie dijo que lo fuera — repuso saliendo del lugar con un brazo de Hoseok sobre los hombros, era mal alto así que un poco de desequilibrio había entre ambos. —Espera — advirtió Jung H. S dejando resbalar su extremidad del mayor forzandose así mismo para dejar de huir, con ayuda de la tela del traje limpio sus mejillas cristalinas relucientes por las lágrimas, el frío habia congelado su líquido; era momento de sacar a flote todo lo que aguardaba desde hacía ya un lapso de tiempo antes. Exactamente habían pasado 3 horas desde que Taehyung había lavado los platos y propuesto hablar con Jungkook, tenía miedo de su reacción,  ¿Y si no lo tomaba para bien? ¿Qué pasa si en su lugar decide irse? ¿Me dejara explicarle todo? —Debo decirle — tratata de darse fuerzas notando de repente lo lejos que estaban las escaleras desde el primer sillón conteniente del lugar. Se comenzó a ocultar el sol. El segundero corría más febrilmente agontandole las opciones. Sin otro remedio dejó las comodas hidras compradas en compañia de su madre en una tienda de artefactos antiguos pero singulares. Sobre una pequeña mesa de decoración aguardaban las llaves del auto que traía consigo, eran de Yoongí; seguramente al día siguiente vendría por él. Sonrió al conmemorar la discusión tenida solo unas cuantas horas atrás. Justamente decidió perdonarlo ya que no parecía ser buena idea morir sin antes obtener un último abrazó. Ninguno de sus amigos lo sabía, parecía ser demasiado doloroso ver en sus rostros la expresión agonizante imaginandose un mundo sin él. Tampoco era seguro. Cuando habló con el Doctor Stevenson, vio con gran pena que ni siquiera sus doctorados podían asegurarle una victoria. —¿Entonces no sabe usted cuando? —  Interrogo decepcionado. —Lastimosamente — confirmó disculpándose, con gran pesar cargaba sus ojos igual que una soga al cuello disfrazada de collar. —Pero, entonces... ¿Almenos tengo tiempo? — con filo de espada cortaba los interrogantes que flotaban cerca de mi espalda. Una punzada de avispa inmovilozo todos los nervios residentes como inquilinos cerca a la zona afectaba provocando que mordiera con fuerza el labio inferior. Del maletín que traía saque unos calmanted, el doctor se aproximó a ofrecerme un vaso de agua. Agradecí internamente ya que no era capaz de emitir ningún sonido. —Kim Taehyung—. Habló cuando término de descender el antibiótico por la áspera garganta, su tacto se sentía árida como superficie lacónica —, Se sale de mis manos darte una respuesta, cualquier frase sería mentira, prefiero confesarte que no se. Tu médula es muy débil,  si trato de revisarla para darte un diagnóstico,  sería accolarate entre la espada y la pared. Éste blanqueo los ojos.  —¿Por qué es tán difícil? ¿No está viéndome? — grité sobresaltado dejado caer la silla mientras erguía mi cuerpo chocando las Palmas sonoramente contra la mesa del consultorio — la piel se me derrite con el contacto de una mariposa inofensiva, como si todos tuvieran ácido en sus manos; mis ojos se debilitan creciendo sobre ellos una nube cegadora, mi voz se arruga como pasa de maní, cada vez tengo menos fuerzas — continuó—; cuanto deseo dejar de tenerle miedo al espejo del baño, no quiero seguir viéndome desfallecer como un último aliento. —Desgraciadamente, yo no puedo hacer nada, pero debo advertirle de algo. —¿Que pasa? — contestó sin mucho cuidado de mantener un tono respetuoso, estaba enojado de no poder tener una respuesta, él Médico no tenía la culpa de nada y sin embargó puntualizado sus pocos meses como mortal. Pasaría a ser un alma errante del más allá luego de ver su cuerpo ser devorado por los gusanos. Había tenido la dicha de haber logrado todo lo propuesto, estaba complacido, escucharía al señor para luego irse indignado a preparar su tumba. —Las emociones — declaró. —¿Que tienen que ver? Hizo una línea recta inexpresiva. Tae se sintió vulnerable siendo expectador de esa reacción tan impertinente. —Pueden jugar en tu contra... Nada tienen que ver aquellas donde te sientas alegre, pero debe tener cuidado si tu sistema nervioso colapsa.  De ser así hay una probabilidad del 100% donde tu corazón no resista abriendo los poros que lo proteguen de ser infectado por el cáncer que tiene dentro, tu médula no resultara un derrame de esos e inmediatamente se detendran los latidos. Cerro con broche de oro todo lo que tenía por decir, darle ánimos a ese joven sería intentar abonar tierra estéril, era cierto que aún tenía otra oportunidad, más era algo imposible de acuerdo a su condición. Debía hablarle con claridad señalando los riesgos que lo persiguen como presa fácil, debía tatuarse en la cabeza que su cáncer había pasado de ser inofensivo, los estudios realizados cuando llegó al hospital de Seúl fueron escasos; los rayos X no pudieron adentrarse en sus glándulas, ni mucho menos darme un parámetros de como se encontraba su columna en esos momentos. Localice una precipitación masiva alrededor del órgano, la conversión a tumor solo se volvió una cacería del cáncer,  extraje el sarcoma donde tenía acceso directo, pero fue en vano, se reprodujo como si estuviera programado. Cierro las Palmas hasta verlas asfixiarse creando dos puños sobre el yelmo color opaco del lugar, pesadamente levanto el maletín que hace años llevaba Suga en mi lugar empujando la puerta de vidrio hacía los corredores del Hospital. —Resulta ahora que no puedo alterarame. —objetó pasmado colocando mis manos en las caderas respirando con dificultad, parece no ser mentira, depronto se sintió un cansando abrasador, la noticia provocó estragos. Camine devuelta. Para entonces no tenía informes de mi hermano o J-Hope. Me convertí en uno de ellos estudiando desde la estabilidad del hogar, me resultaba cada vez más agotador acortar la distancia solo con lo veloces que llegaban a ser mis piernas. Cuando Jeon preguntó acerca de las horas pasada frente al ordenaror solo pude responderle que ayudaba con ventas del empresarial invertido por mi madre. Ciertamente si le contaba de la Universidad  me obligaría a asistir, tendría que confesarle la nueva visita del cáncer y nada terminaría bien; llamaría a mis padre, Suga vendría...No era un bonito escenario. Me interesaba su recuperación, mi carrera podría terminarla en cualquier momento, más él no domiba la espera. Cuando deje él Sobre a órdenes de ser entregado unos meses después; la Secretaría de la oficina de correos se ruborizo sin motivo dejándome algo extrañado. De hecho tengo pruebas, me pregunto si tenía novia. —¿Es algún regaló? — comenzó a interesarse, asentí temiendo haberle abiertos la jaula al tigre—; ¿Es acaso una sorpresa? ¿Tiene novia? Me precipite negando,  acto que la desinfló un poco volviendo a su lugar de trabajo, resultó tener también 17 años. Muchas mujeres encuentran tierno el uso de cartas actualmente, seguro los teléfonos tienen la culpa, aun así no deja de ser romántico. Mi intención no era serlo pero ella sospechosamente creo que sí lo notaba, más porque aparentaba cero seguridad. —Bueno, me aseguraré personalmente de hacerle llegar su carta jóven—recobró su sonrisa sellando la epístola. Agradecí amablemente festejando por dentro él haber salido rápido de ese edificio. Me ví en la necesidad de regresar a Busán solo con una condición específica, trae a la señora Kim-Min para darle un poco de aire calido y sonriente a la casa. Siempre una mujer es perfecta, al menor mi madre lo es. La llame cuando el autobús encendio su motor,  las ruedas dejaron marcha en el suelo, podía verse sus pasos si algún detective hubiera rastreador como perro Ovejero sus movimientos; intersectamos la calle principal con rumbo central a las vías del tren. Cerca, solo unos kilómetros quedaba el primer cruce,  igual que una barrera que divide fronteras de Estados civiles, afortunadamente habían puntos ciegos. Iguales a cordilleras invisibles. —¡Taehyung! — saludo, extrañaba su voz alegre, siempre que llegaba a la casa tenía en sus manos galletas horneadas y un vaso de leche, amaba su culinaria. —Hola mamá— contesté olvidando por completo que ella podía ser escuchaba, probablemente su afectuoso recibimiento ya hubiera sido intersectado. Percibí el ruido de la vajilla siendo dejada con certeza en el mesón del lugar donde siempre estaba ordenada en caso de alguna visita imprevista. —¿Como estás mi cielo? ¿Y la Univesidad? ¿Te estas alimentando adecuadamente? ¿Has visto al doctor Stevenson?— preguntaba sin parar usando su usual tono maternal cuando algo le preocupa. —Sí, todo va muy bien. En este momento voy para Busán, quiero que vengas conmigo a Seúl de vuelta para un pequeño pedido. —¡¿Vienes ahora?! ¿Por que no me dijiste más temprano? Debo prepararte una excelente comida, ustedes los universitarios ni siquiera comen de forma decente—; exclamó. —Tranquila mamá. —¿Como que Tranquila? Ahora mismo iré a decirle a tu padre y Hermano — aventajó dejando de oirse nítidamente. Revise la señal pero todo estaba correctamente en su lugar, por lo visto había dejado el teléfono mientras corría devuelta a la cocina. Puse los ojos en blanco cuando menciono a Min, no quería verlo en esos momentos. —Mamá— intente comunicarme con ella de nuevo, pero se corto sonando un molesto pitido, había colgado. Aguantando la resignación guarde el móvil sin chistar cambiandolo por unos auriculares, junto al sonido de la música relajante compuesta por mi músico me deje llevar viendo el paisaje pasar rápidamente a un costado del ventanal donde yacía mi cabeza entonando versos del piano, todo sucumbió alejándose de mis sentidos físicos una vez el botón "Play" Obedeció siendo acciónado, hubo una parada del Metro donde se vieron interrumpidas sus horas de conciertos; una chica con los ojos pendientes a lo que sostenían sus manos subió a bordo, note un poco de solayo cuando se sentó justo rozando su codo con el mío que era una complejidad hecha para adolecentes que buscan estar en el último grito de la moda. Era un Periodico superficial. De esos donde lindas mujeres aparecen en la portada queriendo decirle a los demás como deben vestirse para ser aceptadas y encajar. —Ese color de labial es bellísimo — admiraba sin parar, vestía una camiseta holgada ocultando su cuerpo seguramente avergonzada de no verse perfecta igual que las chicas visitas ahora mismo por su marketing. Miles de mensajes en forma de tornabas estaba siendo enviándose justo ahora por medio de medios visuales altamente contaminantes, debía sentirse inferior; sus irremediables suspiros me lo confirmaban. Deje de escuchar a Jungkook a través de Mp3 e impulsivamente tuve el atrevimiento de ubicar esas páginas entre mi mano derecha con firmeza para lanzarla fuera del vehículo. —¿Que te pasa? — exclamó molesta viendo lo que estaba haciendo con su preludio. —Perdona pero no pude evitalorlo— corrobore mirándola directamente a los ojos. Y seguramente ella no se daba cuenta de lo bella que és, parecían ser invierno pero también verano, cerca del irías habían sido salpicadas pequeñas gotas verdes cerca a un inmenso mar gris. Realmente son las ventanas del alma, veía la timidez, destreza e Incluso pequeños detalles menores. Pensar que los hombres ven solo su cuerpo, buscan un paraíso lejos del cielo, veía sus labios moverse pero sin acertar, nada ahora era importante. —¿Quieres responder? — insistió alzando una ceja. —Si... Es que... — tartamudeé tontamente. —Es que, ¿Que? ¡Acabas de lanzar mi revista favorita por la ventana! —Wow calma — drene su aparente reacción molesta —. No soportaba tu admiración por ese tipo de mujeres—; Confese sonrojandome— Piensas que son perfectas, pero deberias dejar de ser tan dura con tu persona, la belleza que tienes puede incluso opacarlas. Quiero decirte cuanto deberías admirate a ti misma— terminé con la punta de las orejas igual que el atardecer. Percibí una leve inclinación formando una sonrisa, los grandes audífonos que rodeaban ni cuello no habían dejado de sonar, justo cuando la atmósfera sobre nosotros empezaba a silenciarse quedaron susurrando los acordes del piano que Jung tenía. —¿Estas escuchando a Jungkook? — aligero el ambiente sonriendo completando dejando ver unos blancos dientes. —Así és— hice énfasis nombrado el título de la canción—. ¿Te gusta? —Mucho—, contestó encendiendo el IPod que traía mientras ojeaba la revista ahora hecha tortilla cerca a las rayas divisorias de la carretera Interestatal— tengo todas sus canciones descargadas, también he asistido a todas sus presentaciones...amargamente nadie volvió a saber de él— se ensombreció su voz de repente. No sólo ese instrumento debía volver a sonar por que yo lo quería, muchos deseaban escucharlo por mucho pedir una última vez. —¡Animate! Estoy muy seguro de su regresó. Evadió mi nerviosa reacción hacia el exterior. —Además, tu sabes igual que todos lo de sus padres. —Si, es muy desconsiderado pedirle volver si no está listo. —Debemos dejarlo recuperarse. Asintió guardando sus cosas dentro de un bolso color negro donde en el centro había una enorme Luna llena. —Aquí es mi parada, espero verte luego, gracias por tu Consejo— beso mi mejilla rápidamente bajando del vehículo. —¡Soy Taehyung! — grité antes de ver encogerse las puertas automáticas. —¡Y yo Min-Young! Ví sus Converse blancas desfilar fuera del paradero en el instante que seguimos avanzando adentrandonos en la ciudad de Busán. —Los adolescentes son tan románticos— expresó acompañada de un suspiro una mujer con evidentes canta en su cuero cabelludo, guiño uno de sus ojos en mi dirección—; aun reguero cuando mi marido gritaba a los cuatro vientos su amor cuando debía irme del pueblo para estudiar en la ciudad, fue hace unos 20 años, depronto nuestros padres.... Siguió contándome su amor prohibido debido a la religión que ambos practicaban, el desenlace llegó cuando todos debíamos descender del aparato con ruedas ya que no habían más estaciones siguientes. De vivir en la misma cuadra aún estaría hablando. —Que muchacho tan adorable —Me apretó las mejillas despidiéndose.  


 
 
 

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