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A M B E D O #53

  • Foto del escritor: Mellower Fanatic
    Mellower Fanatic
  • 19 dic 2018
  • 13 Min. de lectura

Estaba leyendo bajo la débil Luz que producía una pequeña lámpara dentro de las sabanas del dormitorio escondiéndome como si realmente hubiera comentado un delito, las horas legales habían pasado bastante rapido escurriendose por el minutero como un trozo de seda cerca al rostro de porcelana que tienen las modelos; los guardias de Seguridad ya habían dado órdenes hacia todos los vistantes permanentes del Manicomio.

—Luces fuera —. Hicieron resonar sus voces por cada celda asegurándose de no dejar a nadie obstruido de las reglas, como una psicotica costumbre rosaban un bate de béisbol color negro que poseían como su mayor tesoro envuelto alrededor de sus cintura por las barreras color metal grisáceo que componían nuestras celdas.

También era el tipo de correctorio que teníamos tallado en la piel si intentábamos hacer algo. 

De tantas heridas me había vuelto idestructuble para los demás, cree una burbuja dentro de este lugar prefiriendo que ninguno loco tuviera derecho a siquiera tocarme; una forma de hacernos mejorar era inventar voces que nos juzgaban sin parar, me hundía en el suelo gritando hasta hacer sangrar mis oídos.

Las primeras semanas fueron realmente una pesadilla, veía el rostro de Jimin diciendo que era toda culpa mía. 

Sucedía a eso de las 11; cuando por algún motivo los destellos de la Luna creciente rosaban delicadamente mi cama. 

—¡No! ¡Jimin! ¡Papá! — comenzaba, sacudía todo a mi alrededor lanzándolo al suelo mientras parecía huir de algo o alguién. 

Primero estaba frente al hermoso piano como siempre en cada presentación. Mi madre con orgullo se acercaba dándome un cálido abrazo. 

—Te amo. 

—Y yo A tí.

Ambos juntos recibiendo aplausos. 

Pero esas frases amorosas era aplastadas. 

El suelo se abría en dos tragandose el piano y a mi madre. 

Sostuve su mano unos minutos. 

—Jungkook—,  decía con asombro. 

—¡Mamá!  No te preocupes yo te sostendré. — hacia fuerza cada vez más por que comenzaba a resbalarse, una gota de sudor  salió de mi frente. 

Al final no puedo resistir más y la veo caer. 

Mi desespero es evidente, un crujido llama mi anteción; desde los bordes del suelo veo como se activa una reconstrucción,  el terror crece viendo la escena, todo vuelvo a como fue en un principio. 

—¡No! ¡No! — me muevo ágilmente cuando llega cubriendo todo el agujero, un pedazo de tela negro queda atorado. 

Se rasga cuando sobre mis rodillas tomó impulso para poder levantarme. 

Mis pestañas húmedas rozan las mejillas de mi rostro en cada parpadeo. 

Alguien me empuja bruscamente.

Pierdo el equilibrio golpeandome con fuerza una costilla. 

Al volver veo a Jimin. 

—¡Es tu culpa todo esto! — grita enojado, afuera del lugar hay sirenas. 

Mi novio se acerca dando zancadas aferrandose a la corbata que llevó hecha un nuevo sobre el cuello. 

—¿Quieres saber que sucede? — señala el escándalo,  sin emitir un sonido sigue hablando;— tu padre acaba de morir— suelta de un golpe, recibo una bofetada en una mejilla. 

El escenario cambia. 

Ahora estamos en la clínica. 

—Eres un desastre Jungkook— vuelve su voz a perturbarme. — Mataste a tu madre, tu padre buscandote murió, te has quedado solo. 

Corro en su dirección,  pero los pasos que doy con tanto esmero se esfuman a comparación de los suyos, parecen haber kilómetros de distancia entre nuestros sórdidos  cuerpos. 

—¡Jimin! —trato de llamarlo incontables veces. 

Pero cuando salgo ante el frío exterior sus huellas desaparecen.

Y así vivo 2 meses enteros. 

En tanto sufro estas crisis un grupo médico sale equipado en dirección a donde me encuentro sudando y llorando inconscientemente. 

—Rápido, deme un tranquilizador, debemos suministrarle una dosis pequeña por el momento, así su sangre no correrá con tanta precisión alarmandolo; también tranquilizaremos ese sistema nervioso colapsado. 

La doctora extendió la mano cubriera por un guante de látex mientras supervisaba mis rostro empañado con lágrimas. Movía de un lado a otro tratando de negar mis emociones. 

Tenía los labios completamente partidos y una aspecto demacrado. 

—Aquí tiene — le dieron acceso al pedido.

—Sostengan su cuerpo. 

Estaba teniendo convulsiones. 

Con cuidado luego de haberme detenido, inyectó el líquido para segundos después comenzar a calmarme. 

En mi mente todo se volvió negro. 

Para los demás habia acabado. 

Lo cierto es que; en tanto flotaba en esa masa negra seguían apareciendo los rostros señalandome. 

Despertaba completamente abrumado, acompañado de un dolor acerbo en mi brazo derecho. Lugar donde había permanecido inyectada la aguja, el dolor se debía a lo contraído que estaba en esos momentos, el filo del aparato rompió tejido para poder depositar su líquido correspondiente; por eso tras haber amanecido se manifestaba la intromisión con esa sensación. 

La primera mañana fue interesante. 

Abrí los ojos pesadamente volviendolos a cerrar de forma repetitiva. 

—Aun sigo aquí—. Bufo mi mente decepcionada, oculto mi rostro gritando de frustración en la comoda almohada; estaba sólo también, la única interacción que tenía era con las flores silvestres cerca a una fuente. 

El sujeto que me salvo había hablado con el director y enfermeras convenciendolo aparte de ofrecerles dinero que me remitieran a una habitación apartada. 

—Quiero verte mejorar sin tener a esos demás pacientes merodeando —; explicó cuando le pregunte curioso. 

Agradecía los tratos de ese joven pero aunque parecía conocerlo no podía saber de donde.

Esa mirada preocupada, sus movimientos, ese cabello. 

Para Jungkook era un rompecabezas,  claro que conocía a Tae con aspecto diferente, su última vez fue cuando despertó del coma. Ahora como se presentó ante él le causaba familiaridad pero seguía estando lejano. 

Cuando me levante de la cama a gran velocidad sentí vértigo, unas inmensas ganas de vomitar también le acompañaron, sostuve mi estómago como si eso fuera a parar las náuseas. 

Pasaron tan rápido como llegaron, al disponerme a mover el brazo fué cuando llegó el pánico.

Ví piquetes en la intravenosa y con gran sorpresa manifesté el descubrimiento. 

—Tranquilo, Tranquilo —,  interrumpió una voz en la habitación antes de empezar las preguntas. — me llamó Charlie Sheen, pero dime Charlie, eso que tienes que en el brazo son por causa de una anestesia, vine tan rápido como desperté ya que de antemano súpe tendrías esa reacción emergería —. Entró abrazando una almohada como si se tratara de un peluche. 

—Es un bonito lugar — camino inspeccionando todo —. Tienes suerte que siguen se preocuope por tí—, añadió acercándose al borde de la cama donde estaba sentado. 

Era unos centímetros más alto cuando decidí pararme. 

—No por favor quédate ahí, la enfermera personalmente me informo de tu estado. 

—¿Estado? 

—Si, ya sabes, la crisis nerviosa que sufríste; es normal, todos al llegar debemos tener aunque sea una noche mal planeada. 

—¿Sobre que soñabas tú? 

Eso pareció inquietarle. 

—Umm, no me gusta hablar de éso— comentó distraídamente sosteniendo con mayor fuerza la almohada. 

Asentí suspirando. 

—Tienes unas enormes ojeras, debió haber pasado mucho tiempo antes de tranquilizarte—. Concluyó instalándose a mi lado, tocó mis pómulos girando para todas las direcciones el resto de la cara— Debes tener más cuidado, aquí se ve una mordida interior. 

—¿Como? — expete reemplazando sus manos por las mías. 

—Si, mira te has mordió la lengua y.... También veo signos de un arañazo. 

Mire mi reflejo en el espejo del baño encontrando exactamente los signos que Charlie Sheen puntualizó. 

Como si fueran garras tres largas líneas cruzaban desde la nariz hasta el nacimiento del cabello. 

Había sangre seca sobre esta. 

—Debes tener más cuidado, y controlar esas emociones, de lo contrario será peor para tí—. Aconsejó a mis espaldas pero solo veía con terror esas marcas. 

Me Sumergí en los primitivos deseos que me llevaban como un fuerte aleteo de mariposa cerca a mi rostro pocos segundos después para desatarse el caos. 

Eran los fenómenos del desastre a causa de una sola respiración inocente.

incosientemnete yacía sobre una tumba viendome desde lo alto sin poder hacer nada, la mente me llevaba lejos de estas cuatro paredes solo para al final verme aún más hundido.

Sacado desde los escombros, como un gota de Rocío acabada paseando solitaria por mí ya perturbado ipersueño, lo peor de todo es que era su mayor esclavo.

No necesitaba estar en el Antártico para estar congelado, se hacían más pesados mis movimientos y me constaba creer lo bastabte viejo que me encontraba, ya tenía mí cuello atrofiado. 

—¿Que haces aquí? — tome el atrevímiento de preguntarle tras pasar las horas, me ayudó para limpiar las heridas escuchando solitarios gemidos por el ardor. 

—¿Como es posible que te hayas podido hacer esto? Tus uñas no son tan largas — desvío el tema sosteniendo mis manos con rastros de sangre debajo de la queratina. 

Después señalo que sería mi compañero de cuarto. 

—Vengo a supervisarte, todo el equipo médico quiere asegurarse de estar preparados la próxima vez —. Declaró botando los restos, también había un botiquín así que me coloco gasa e isodine. 

—Pero, ¿como?  Aquí solo hay una cama— hice saber. 

—Eso no es problema, traerán un camarote, por eso traje mi almohada, ahora sin más salgamos, es hora de tomar el sol. —afirmó señalado lo soledado del día, dejo su presente saliendo logrado que empezará una batalla interna. 

Incluso la música pareció ser un sueño mal contado; cada segundo era peor que el anterior, cuando no podía hablar y sentía un fuego ardiente quemando mi garganta. 

Veo los ojos verde de mis padres Unidos por las manos mientras hacía arte con la música sabiendo que ahora también eran una pesadilla. 

En estos momentos con gran melancolía miro el vidrio resplandeciente por las perlas de la noche una escena conmovedora, debajo de mi escondite deje rodar hacia un lado con lo cual me cubría viéndolo tan real que en mi pecho se formaba una idea en como viviría el resto de mis días almenos de forma decente. 

Era una noche de gran invierno, nevaba sin parar, más aún así en medio de ese espectáculo todo pareció centrase en unas singulares figuras que se movían por la capa de nieve sobre el cielo a un mismo ritmo. 

Acaba de componer una canción, quice probarla unos días antes para no equivocarme en la presentación próxima cuando escuche los pasos de mi madre. 

Se acercó vestida con flores blancas, lleva una diadema en el cabello color castaño brillante y sandalias con brillo, de su mano venía el señor Jeon también elegante. 

Empezaron a bailar en medio de la Sala sin importarles mi presencia. Note que lo hacían guiados por justo el ruido angelical emitido por la partitura. 

—Me recuerda nuestra boda— susurró ella sin evitar la conexión visual con su esposo. 

—Te veías igual de hermosa —. Fueron las palabras en resulta de él confirmando esa velada. 

No pude evitar sonreír debido al amor que se mostraban cada día, mis padres siempre tenían detalles que me hacían querer vivir un amor igual, seguí mezclando el aire con varios sonetos pintados, no sólo mire los jeroglífico escritos; ellos se merecían toda una danza.

Sin más la pista de baile se volvió nueva, pude ver en sus ojos lo mágico que había sido, escuche la voz del anfitrión. 

—Damas y a cabellos, esta noche presentamos ¡A los recién casado! ¡El señor y la señora Jeon!  

Todos aplaudían presenciando su aparición con las mejillas sonrojadas. 

Me emocione cuando ví lo alconchonado de las nubes hacer realidad mis pensamientos, lo cálido que se vieron mostrándome cuanto lo deseaba de nuevo, depronto me apoye en un costado adolorido haciendome volver a la realidad, un agudo e igual de penetrante punzada recorrió mi espina dorsal provocando que soltara un quejido volviendo a caer sobre el colchón, hace unos días atrás tuve una pelea con otro interno, todos sabían del Gran músico joven que apareció en las noticias. 

—Tu aquí no eres nadie — hizo caer mi comida al suelo provocandome. 

Cada vez que iba hacia las duchas dejando que el agua fría o caliente sanara los golpes recibidos a causa de los millares intentos por escapar y peleas, unas contadas lágrimas salían sin parar mezclándose con la lluvia. 

—Jungkook por favor detente, — la voz de Charlie me acompañaba, se interpusi entre los dos cayendo inconsiente por un golpe recibido en mi lugar. 

Una clínica psiquiátrica no es como describen en la televisión, después de todo no se les consideraban humanos. 

Nuestra forma de pensar, o nuestros actos eran raros. 

Incluso me llamaron "Cobarde"

Prendía el sonido  del estereo para no hacerle caso más a la realidad,  prefería dejarme embriagar con fantasía para no morir con los difíciles resultados que enfrentaba despertando y solo caminar como alma en pena por todos los establecimientos del Hospital siendo vigilado en cada paso. 

Temían que volviera a intentar suicidarme, en este año lleve acabo 3 ejecusiones interrumpidas después de haberle pedido a la enfermera un rastro de tiempo.

—Eres como un hermano para mí, te pido por favor que detengas esto. 

Un par de chuchillas fueron aventadas  chocando contra el suelo, su sonido fue el del metal luego de salir del horno, Charlie las saco de mis venas inclinándose después para ayudarme; no le importó manchar su ropa. Lo poco que logre ver antes de desmayarme fueron sus ojos hechos un mar de llanto. 

Kim Taehyung no volvió en todo un año, yo tome esa desicion; y la cierto era que me sentía llamándolo por dentro.

Veía el patio sin mucho esmeró, todos los demás,  eran chicos de mi edad por lo visto... se encontraban riendo en tanto por ende yo me deprimía más. 

—¿Pensando de nuevo en ese chico? 

Charlie se hizo un espacio sentándose.

—Humm — respondí bajando la mirada a las pintorescas flores del jardín. 

—Si tanto lo extrañas,  ¿por que le pediste no volver? Eso no tiene sentido ¿sabes? Si tuviera a alguien conmigo yo no lo dejaría, estar aquí es bastante oscuro, ves a todos felices pero lo somos justo entre estas paredes de la clínica, — hablaba con un tono de voz apagado... — Si salieramos hoy ten por seguro que seríamos tratados de nuevo como desconocidos... No resulta ser muy alentador esa noticia. — terminó dando paso a un gran silencio. 

—Te resultara raro pero no lo conozco. —confese con evidente timidez. 

—Me estas mintiendo— soltó una modesta risa. 

—No, enserio, para mi es todo un desconocido. 

—¿Entonces porque te ayudo? 

—¡No lo se! 

—¡Eso no es posible! 

—¡Enserio creeme! 

—¡Te creo! 

—¡Entonces no grites! 

—¡No estoy gritando! 

—!Claro que si! 

—¡Ya callensen! — grito un chico del equipo de volleyball que había Iniciado solo unos minutos antes de la conversación. 

Ambos soltamos una carcajada empujandos en broma posterior al silencio que se formó por el regaño. 

—Después de que mi madre murió, huí de la casa,  durante 7 días anduve por las calles deseando que un auto me atropellara o un sicario me disparará; remanente mis emociones se desvanecieron como el polvo.

—Debió ser muy difícil para tí. 

—Como no te imaginas, en esa colección de días estuvieron buscandome por las calles de Seúl. 

—¿Buscandote? 

—Sí, mi Novio Jimin estuvo en el equipó. 

—¿Eres gay? —manifestó indigando, lo mire con curiosidad. 

—Sí, ¿Tu también? 

—Claro que no. 

—Amm, ¿Eres homofóbico? 

—Tampoco.

—¿Entonces? 

—Nada, — desvío la mirada. 

—Okey— alargue la "Y" — El caso es que me encontraron, pero el auto que deseaba aparecer no me atropello a mí... 

—¿Tu padre? — se llevó amaba manos ala cara tapando su boca.

Asentí sintiendo el peso de esa revelación. 

—Cuanto lo siento —; tocó mi hombro con cuatela, agradecía su compañia, me acostumbre. En cierta forma lleno un vacío importante. 

—Charlie, — obtuve su atención.

—Dime, Jungkook. 

—¿Por que estas aquí? Yo, me culpó por la muerte de mis padres, pero. ¿Y tú? 

Respiro pesadamente evitando mirarme. 

—Tenía una vía allá afuera, este centro fue construido en las montañas, como sabrás no hay mucha posibilidad de escapar... — señalo mis heridas ya cicatrizadas pero visibles — más aún así y apesar de todo sufrí un trastorno, — mencionada esta parte una mueca salió de sus labios—. Se le conoce como Fobia Social. 

—¿Enserio existe eso? — expete sobresaltado, Charlie alzó una ceja, el equipo de volleyball que jugaba nos volteo a ver—; Lo siento — me disculpe recibiendo miradas de recelo e incluso odio. 

¿Aqui todos son así? 

Parece ser que sí, me comenzaba a aburrir de esa conducta. 

—Es un trastorno de ansiedad muy habitual, y no debe confundirse con la timidez—, ignoro mi reacción comenzando a explicarme sobre esa enfermedad mental; la cual lo llegó a alojarse en este mediocre lugar —; Es un fuerte miedo irracional hacia situaciones de interacción social, pues la persona que padece este trastorno siente ansiedad extrema al ser juzgado por otros, al ser el centro de atención, por la idea de ser criticado o humillado por otros individuos e, incluso, al hablar por teléfono con otras personas. Por tanto, es incapaz de realizar presentaciones en público, comer en restaurantes o delante de alguien, ir a eventos sociales, conocer gente nueva...— finalizó. 

Una tarde como otra salió con su novia para después quedar hecho un desastre sin ser capaz de reconocer hasta a su propia familia, se exilio voluntariamente empeorando el trastorno. 

Quería decir algo, creí que se lo debía, pero solo analice sus palabras ahora entendiendo sus deseo de integrarse en cada actividad. Deseaba sentirse normal. 

—Con el tiempo me engañe a mi mismo creyendo que estaba sano. 

—¿Que pasó? 

—Me dieron de alta, pero no sobreviví 1 hora fuera. Regrese llorando como un niño humillado. 

—¿Crees que ahora si puedas salir? 

—Mi mayor terror es ése,  ¿Y si vuelvo a fallar? 

Suavise la entreceja entendiendo el pánico como si fuera mío, cada célula lo percibía, no dijimos nada mas hasta que fue momento de volver a nuestras habitaciones. 

Sí es hora de dormir todo debe estar absolutamente apagado, aunque me ardían las pupilas del rostro debido a lo pequeñas que resultaron ser las letras del portal hacia otro mundo no podía evitar terminarlo así me tomara toda la noche tener que memorizarlo, parpadeaba ahuyentando el sueño cuando sentía los párpados cayendo. 

Leer resultó ser una distracción fascinante, igual o incluso mejor que una caricia lamentable. 

Desde que acepte que nunca lograría escapar entonces sin remedio alguno deje de castigarme, cerré con llave una rosada caja llena de melancolías parecida a la mitologica casa de los males en Pandora; pronunciando entre suspiros solo sonetos de mís antiguas épocas de Oro.

Solía tararear recordando las teclas, dejaba que mis dedos se guiarán por la pasta del libro siendo donde estarían ubicados los pálidos pedazos con notas distintas e igualmente mágicas. 

Yo ya no era el Famoso Jungkook que dejaba su alma frente a un piano, cambie en todos los sentidos, humedecia mis labios repetidas veces sintiendo posteriomente y de forma molesta las gruesas capaz que se formaban como costras cerca de sus superficies rosadas. 

Al mirar mí reflejo en el espejo veía la piel caerse debido a las cortadas inconscientes que provocaba la saliva. 

Como toda agua salada termina por sosegar un nauseabundo dolor  desgastando hasta que es necesario simplemente despedirlo. 

Debido al descuido deje que un rayo de mi pequeña linterna saliera desprendido, no lo capte debido a lo adormilado que estaba viendo las nubes bailar. 

Pero alguien si lo notó. 

—Zombie ¿podrias dormirte? —pidió un chico desde la cama superior del camarote viendo somnoliento como aún a pesar de lo tarde que era —, el reloj marcaba 1:00 Am. —una pequeña luz se veía por lo traslúcido de las sabanas despertandolo. 

El apodo Zombie fue dado debido a las ojeras que se formaban en sus ojos y todos se daban cuenta de ello cuando eran despertado por los mismos guardias una vez todo se iluminaba.

Era Charlie quién hablaba, a pesar de los meses seguía teniendo esa misma pesadilla como un casete rayado. 

—Estaba soñando despierto —. Me disculpe guardando bajo la almohada el libro. 

—Llevas así varias semanas— reclamó con voz apagada pero firme.

—Yo he contado más. 

La frase pareció llamarle la atención. 

Apague con prisa el objeto que lo despertó mirando el techo de cemento volviendo a verme en medio del público haciendo honor a mi nombre.

—Jungkook— se asomo una cabeza mirando fijamente el interior de las camas dobles. 

Sacudí la cabeza dejando de recrear esa escena para ponerle atención. 

—Estoy despierto. 

Charlie soltó un resoplido. 

—Claro que lo éstas, tu me despertaste—. 

—Lo siento. 

—Ya olvidalo, quiero hablar Contigo. 

—¿Ahora? ¿Sobre que? 

—Bueno... — a media oración hizo una maniobra inclinándose de más para dejarse caer usando sus manos de soporte y así con grandes cálculos desplomarse sobre el colchón si hacerse daño alguno; el impacto provoca un chirrido sobre las tablas. 

—Podrías haber usado la escalera—.

Charlie la miro, estaba a un lado de su cabecera. 

—No hubiera sido divertido — respondió. 

—¿Sobre que quieres hablar? 

De repente su mirada se pudo sería. 

—Quiero ayudarte. 

—¿Ayudarme? 

—Si, te he escuchado hablar entre sueño mencionando a un piano—; mi cuerpo se tenso al entenderle. 

—Umm si,  yo antes era músico. — admiti cubriendo mi cuerpo con las sabanas que había hecho a un lado para poder el espectáculo creando por lo agotada de mi mente y las nubes. 

—Eso lo sé, de hecho todos los sabes, pero no es eso a lo que vengo. 

Lo mire en silencio esperando para continuar. 

—Aquí hay un piano—, soltó de golpe.

Lo tome de los hombros. 

—¿Enserio? 

Apoyo su mano contra la mía y dio un apretón confortante. 

—Si tanto eres el músico que dices, ¿Podrías interpretar una melodía para mí? 

Sonreí asintiendo varias veces. 

—Claro que sí. 

—Entonces vamos—; se levantó rápido de la cama pero yo lo detuve. 

—Nos descubrirán, hay que esperar al amaneces para pedir permiso. — se escucho miedo en mi voz por las correctivas que tenía en el cuerpo debido al mismo acto. 

—No te preocupes, nadie nos verá—. Fué su respuesta para después salir de nuestra habitación a hurtadillas.  

Un cosquilleo estrello la boca del estómago igualando una sensación similar a cuando dicen "Tengo mariposas en el estómago" Era por que volvería a tocar, ya dejaría de ser un sueño. 


 
 
 

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