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Señora Kim #56

  • Foto del escritor: Mellower Fanatic
    Mellower Fanatic
  • 24 dic 2018
  • 19 Min. de lectura

Dedicado a @Evalteh

—Es un chico muy apuesto—. Comenta mi madre cuando ve desde el otro lado del gran muro la cara sorpresiva de Jungkook una vez llegó corriendo acompañado de un chico hasta el final de la gran Manzana. —Mamá— la codeó pero solo provoco que se ría despreocupadamente, veo de reojo al chico quien aún está como estatua frente a nosotros, tiene las manos sueltas pero los labios están apretados ocultando una fisura en su carnosa superficie rosada. Su aspecto me deja un tanto inquieto, quisiera salir corriendo para abrazarlo y decirle cuanto lo extrañe, más no sería apropiado. Podría asustarlo, lo ví en sus ojos luego de visitarlo la primera vez, ¿Tantas molestias podrían valer la pena? Escape de casa luego de entender que moriría apesar de cuando me esforzará por hacer lo contrario, tengo una medula en mi cuerpo que se deteriora cada vez más; mis padres no lo saben, cuando fuí a visitarlos casi se me escapa de la boca. Pero no culmine las palabras, terminaron atrofiadas, como si estuvieran atrapadas puestas a cada lado de mis dientes con cadenas. Ver los ojos brillantes de la señora Kim tras verme pasar por esa puerta me dejó con el aire seco. Desde los 9 años he visto como todos cambiaban sus vidas por mi bienestar, quería hacer lo mismo hacia alguien que también estaba sufriendo en silencio; ¿Una canción? ¿Leucemia? ¿Amor? Sonaba como un mal chiste. Tengo una gran Imaginación como para pensar que ahora el me lo agradecería. Primero se unió a al fiesta el diagnóstico, no era tan duro, si sentía molestias pero durante 3 años tuve a mi familia apoyándome, iba a las presentaciones de mi músico anhelando para verlo algún día tocar melodías solo para mí. Es la hora en que todavía no se ha hecho realidad ese deseo, cuando esperaba volver a verlo quede traumado de tal modo que solo durante la larga espera tras cerrar los ojos lo veía saltar de nuevo, trataba de detenerlo pero cuando llegaba hasta él la alarma sonaba despertandome . Tras sobrevivir del coma me entere que el cáncer había desaparecido, el asma también se había ido, pero quedó una medula débil en sus lugares, reemplazo el trabajo de aquellos parásitos siendo ahora la bacteria mayor. En cuanto al Asma seguí un tratamiento corto para sanar totalmente mis pulmones, me llevaría una sorpresa después dándome cuenta que solo aparecía debido a una impresión. El último año luego de cumplir 13 años las cosas se complicaron, me dieron un mes de vida; sobreviví a ese mes pero como resultado mi mejor amigo se tuvo que ir lejos. Aún no ha vuelto, en su lugar dejo a un chico totalmente ajeno, un extraño, no he pensaba en volver para visitar a la señora Jung, supongo que ya no hay nada en Busán que me detenga a excepción de mi familia. Me enfrente a la Universidad y a las burlas debido a que tuve que usar muletas por mi debilidad hacia la forma como reaccionaba el artificio de médula frágil. En sus enormes ojos asustados me pude ver de la misma forma. Eran dos inmenos espejos donde no sólo señalaba mis virtunes, cada defecto por pequeño que fuera estaba también ahí dentro. Lo ví de lejos caminando tambaleante hacia el puente justo cuando me estaba rindiendo logre hacer un acto bondadoso salvándo a alguien, pensé en dejarlo ahí luego de llamar a la ambulancia; tras saber de quién se trataba decidí quedarme a su lado en todo momento, una nube salió de su boca formando una "O" Con los labios exteriores, no parecía ser el resplandor mezclado del frío con calor, era más blanco, los reflectores del aire no lo atravesaban; tampoco pregunte, me había asustado tener que recogerlo del Fondo. Dejo caer al mar algo que tenía entre los dedos de la mano derecha y el cual había llevado segundos antes a sus labios solo moviendo el brazo derecho mientras el otro reposaba en las rejas; en consiguiente fue su turno de alzar sus pies del suelo para cambiarlo por las Varillas. Fue tal vez mi desesperación que actúe de esa forma tan imprudente, debí preguntarle si realmente quería vivir, muchos dirían que sí, pero, ¿y él? Ahora sólo me ve como un extraño. —No tiene idea de quien soy— pienso. —¿Por que no se acerca? — vuelve a hablar mi madre señalando su cara asustada. —No lo sé—; confieso bajando su mano imprudente que lo acusa debido al verse retraído en no querer avanzar. Jungkook da un paso para después volverse hacia el chico que lo acompaño en una fracción mínima de nanosegundo, se dicen unas cuantas palabras para luego abrazarse. Aprietó mis manos hasta dejarlas blancas. —¿Sucede algo? — pregunta notando mi reacción, sigue mi mirada —¡Ah! ¿Acaso estas celoso? —No— miento. —¡Claro que lo estás! — ahora ella me da un codazo en las costilla. —Te gusta ese chico, es la razón de que te hallas venido a vivir aquí, ami no me engañas. —Sí— contesto a regañadientes. —Pero, ¿No me dijiste hace unos segundos de que él no te recuerda? —la miro asustado. —Yo no te lo dije, mas bien lo pensé. —Lo adivine, recuerda tenemos una conexión umbilical, estuviste 9 meses en mi barriga—. Pincha mi ombligo, lanzo un querido por lo fuerte que fue ese toque. —¿Entonces? — insiste. —No lo se,  solo me sentí extraño. —Ya.— acordó guardando silencio. El chico regreso dentro del lugar con un Guardia mientras Jungkook se acercaba a  nosotros, parecía tímido, caminaba con la cabeza gacha sin atreverse a levantarla incluso cuando solos unos centímetros nos separaban. Mi madre salió al rescate. —Hola Jungkook, soy la madre de Tae— se presentó sin perder la oportunidad de abrazarlo. —Mucho gusto— hizo una reverencia mirándola mezquinamente, tras el apretón de su cuerpo emitió una mueca. —Pareces asustado, ¿Te sucedió algo? ¡Por Dios! ¡¿Que te sucedió en el labio?! La señora Kim lo tomó del rostro inspecciónando totalmente, también lo mire detenidamente notando su rostro golpeado. —No se preocupe señora, tuve una pelea— trato de tranquilizarla pero fue imposible. —¿Acaso en esos lugares los permiten golpearse? Esto es inaudito, ya va a ver ese dizque Guardia— regaño al viento comenzando a caminar en dirección a la puerta principal. —Mamá, no, ¡Espera! —Señora, estoy bien. Corrimos tras ella, pero camino dando zancadas llegando a la gran puerta, llamó dos veces golpeando el gris del metal. Un Guardia salió, miro primero con curiosidad hasta ver a mi madre. —Ah seño...— lo interrumpió una cachetada. —¿Ustedes qué se creen? — le dio un empujón— ese joven esta golpeado, tiene un labio roto, ¿Y se supone USTEDES son los vigilantes de no hacerse daño?— alzó la voz en "Ustedes" —Será mejor llevarlo al hospital para revisarlo adecuadamente—,  me atreví a interponerme —¡Eso es un hecho! Vamos hijo—, cogió de la mano al músico llevándoselo lejos, el hombre con uniforme se sobo la mejillas claramente disgustado pero sin entender que estaba pasando. —Me disculpó por la intromisión Señor— di media vuelta siguiendolos. —Ah pero Yo... —. Quise decir que el hijo era mi persona tras escucharla y ver como se llevaba al músico. —Tú nada, ¿como pudiste dejarlo en un lugar como este? ¡Mira su rostro! —  riño sin parar hasta que llegamos a una parada de autobús, caminamos en silencio, nuestras manos se rozaban con cada balanceo del cuerpo más en un punto clímax decidí apartarlas, note unas finas líneas en sus muñecas, quise mencionarlas. Jungkook lo noto y decidió jalar el borde del buso cubriendolas. —¿Tienes alguna otra herida? — le preguntó la señora Kim  sin dejar su mano mirandolo con cara de "pobre de ti si me mientes"  —Umm, pues... — se levantó un costado de la camiseta gris, mi madre lanzo un gritó, tenía adherida un pedazo de gasa justo en las costillas como estaría una larva chupa sangre.— también... — señalo el cuero cabelludo de su nuca, notamos una cosedura de puntos. —¿Tan dura fue la pelea? —hice énfasis en lo que nos había dicho anteriormente. —Eso no fue por la pelea, tuve un accidente; caí por unas escaleras— confesó evitando mirarnos. —Fue mala idea dejarte ahí—, asegure tapando mis rostro con las palmas, verlo en ese estado quiso hacerme retratar de ayudarlo, quiero que vivas solo si el piensa lo mismo. De lo contrario, siempre se lastimara. —Lo hiciste para ayudarme y te lo agradezco—; se dirigió a mí tomando en desconcierto , tras quitarme las manos de la cara ví una sonrisa en sus labios. Pero claro eso no cambiaba las cosas. El autobús llegó. Nos subimos mientras pagaba los pasajes, un par de voces parlotearon Zumbando como una abeja cerca del polen de una Rosa cerca nuestras espaldas, por el rabillo del ojo note que miraban a Jungkook, seguro eran sus evidentes heridas. Los tres nos dimos cuenta. Las jovenes estaba unos asientos más atrás, eso endureció a mi madre. —Por favor jovencitas, sean menos evidentes, ¿No ven que todos los pasajeros ya se dieron cuenta de sus murmuros? — se giro sobre el cuero del asiento dirigiéndose a ellas para pedir que se callaran. Me rei un poco por sus palabras y Jeon lo hizo igual. No volvimos a escucharlas chuchichear como dos viejitas hasta el final del tránsito. —Son irritantes, ya uno no puede ir en un Bus porque comienzan a hablar como si uno no pudiera escucharlos—; volvió a decir. Estaba sentado un tanto apartado ya que tras quedarme a pagar los pasajes mi madre se sentó con Jeon. —No te preocupes, las cosas serán mejor ahora, vine desde Busán con mi hijo para ayudarlo a decorar la Casa donde ustedes vivirán— se dirigió a él. —¿Usted no vive en Seúl? —. Empezaron una charla entre los dos, me decline en mi asiento sintiendo los párpados pesados, los cerré quedandome dormido. No se cuantos minutos pasaron, movieron insistentemente mi hombro derecho desertandome. —Ya hemos llegado Tae—,  aviso la señora Kim-Min parandose dispuesta a bajar. En silencio los seguí, agradecimos al conductor bajando en la cuadra donde estaba la Casa. —Te ves agotado querido. —Me siento cansado. —Será mejor que duermas —, propuso sacando de su bolso un llavero particular que le dí en la mañana, introdujo la llave en la cerradura dándonos paso para entrar. Sinceramente no recuerdo nada más, entre y como un zombie me tambaleé caminado a tropezones hasta el cuarto desmayandome en la alfombra que había tras cruzar la puerta con un letrero "Habitación de Kim Taehyung", se empezó a extender un calambre desde el talón de mis pies abriéndose paso por mi espina dorsal y luego me inmovilizó a la fuerza haciéndome caer. Desperté sobresaltado mirando el lugar donde estaba. Suspire aliviado de no haber sido una habitación de hospital. Estaba en mi cuarto, seguía tumbado en la alfombra color verde claro y oscuro comprada por mi madre, aseguró que tenerla sería buena idea; evitó que mi rostro diera con el duro suelo. Buena idea, recordé que fuimos por Jungkook al hospital psiquiátrico; como un rayo me levante bajando las escaleras a toda prisa. —¡Mamá! ¡Mamá!— empecé a llamarla a medio descenso de los escalones. —¿Que sucede? — salió del interior de la cocina con un mantel alrededor de su cintura y una sartén en su mano derecha aferrada con un trapo de horno, me miro esperando una respuesta ya que la llame a gritos. —Oh Emm, ¿Donde está Jungkook? ¿No íbamos a ir al hospital para revisar sus heridas? —Esa era la idea pero dijiste que tenías sueño. —¿Por que no me despertaste? La señora Kim dejó la sartén quitándose el mantel del cuerpo. —Cariño, he hablado con el Doctor Stevenson. Mi mundo se derrumbo con esas palabras. —Y creo que tenemos algo sobre que hablar justo ahora.— agregó. Quería mantenerlo todo oculto pues no era mi intención hacerles daño a ellos precisamente. —¿Le has dicho algo a mi padre o a Yoongi? — quise saber inmediatamente quienes estaban al tanto de mi enfermedad, lo último seriá arrastrarlos de nuevo a esa época donde todo lo que hacían debía ser en Casa por que no podía estar solo. —Ven,  siéntate — pidió toqueteando un lado del colchon donde estaba ella, mido mis paso deteniendo el tiempo entre lo que me tomaría acercarme totalmente, mire a ambos lados de la casa esperando por que Jungkook no estuviese cerca y de esa forma pudiera oirnos. —Tranquilo, el no está —dedujo calmando mi histeria, me sentía nervioso en todos los sentidos, como si todo estuviera a punto de estallar en cualquier momento, tenía una gran dosis de adrenalina en mi sangre. —¿Donde está? —Yo lo lleve al hospital, me asegure de que fuera el doctor Stevenson quién lo atendiera, pusieron Antestensia en su intravenosa, podrás verlo luego de que hablemos. ¿Te parece? —Si— respondí en un susurro. —Escucha Tae— cogió mis manos acunandolas entre las suyas de una forma maternal, —eres mi hijo menor, y no sabes cuanto me duele verte de este modo. —Mamá yo, no quería preocuparte—; sentí un hueco en el pecho.— recuerdo cuando te escuchaba hablar por teléfono y rechazabas ofertas de tu trabajo debido a que debías ir y tu no querías alejarte de mí, fue un gran infierno verlos tener que cambiar sus vidas por mi culpa... No soportaría de nuevo esa vida para tí—, pude percibir como los ojos me picaban debido a las lágrimas contenidas. —Nunca pienses eso de nuevo, — me limpio las mejillas —; lo que yo hice por ti lo volvería a hacer sin pensar a menos que fuera necesario, eres mi carne, nada me detendría para verte sano, y— se detuvo— nunca estuve sola Tae. —¿Les has dicho? — hice énfasis en mi padre y mi hermano. —No— contestó. Inhale hinchando los pulmones, solté todo aliviado de que no estarían enterados. —Se que ya no puedo hacer nada por tí; y respeto tu desicion con respecto a mantenernos alejados de tu vida pero eso es ridículo amor, siempre vamos a ser tu familia; ocultate en una cueva si quieres pero será inútil. ¿Sabes por que? Siempre te encontraré. —Perdoname, no quiero verte llorar más durante horas por que mis medicinas eran muy caras, ¡Si! — parpadeé dejando caer una gota— se que vivimos en una gran casa, que podemos darnos el Lujo de hacer ciertas cosas... Pero... También sé que para nadie es un misterio el hecho de que el dinero nunca alcanza, siempre faltará para unas cosas u otras, dirán que por vivir en una casa de buen distrito somo millonarios; pues les diría que en realidad preferiría no tener nada a padecer y en realidad ver lo que tenemos como algo solo de adorno. La mirada de mi madre se suaviso al verme con la cabeza mirando el suelo mojando el piso con frágiles perlas cayendo, puso sus dedos bajo mi mentón levantandolo. —No quiero verte más afligido, estoy totalmemte devastada por saber que morirás, pero, no puedes pasarte el resto de tu vida pensando justamente en eso. Quiero verte ir al cine, salir a divertirte y ser feliz, por favor; que la muerte no te de miedo, Tae. La mire y sus mejillas estaba húmedas. —Te amo. Y ese hoyo en mi pecho se hizo infinito. La abrace hasta como desde antes que mis huesos fuera de vidrio podría hacer, como incluso nisiquiera tras irmea vivir a Seúl lo hice. —Yo también te amo, eres mi madre. —Ahora — rompió el silencio. —Dime, ¿Quieres ir al hospital? —De acuerdo—. Nunca me asustó el hecho de dormir y nunca más despertar; desde que lo supe he Estado planeando como sería, que mi madre se enterara no estaba en mis planes, pero estoy más tranquilo de almenos no tener asuntos pendientes con los cuales lidiar para tener que volver a resolverlos Tomando otro autobús con destinó al hospital de la ciudad. —Te traje algo— capto mi atención, la ví sacar desde el interior de su bolso un libro, al ver la portada me asombra, una sonrisa soltó a mis labios. —¡¿Enserio?! ¿Aun lo tienes?— manifesté refiriéndome a su envoltura. —Sabía cuando te gustaba éste cuento, traje sus figuras con las que antes de dormir jugábamos — añadió sacando unos muñecos de plástico. Las puso en mis manos junto al libro y yo las sostuve como si se tratarán de un garron caro, era "Somos brujos"  El mejor de todos los cuentos infantiles que existía, los muñecos pertenencian a una seria cósmica increíble, toda mi niñez estaba ahí. Recordé las veces que debía ser arrastrado lejos del televisor por no querer perderme ni un episodio de las 5 temporadas que lo complementaban. —Tae, ya es muy tarde — repetía yoongi por tercera vez, yo estaba viendo una maratón de mi sería favorita. —Espera, ya viene el último capítulo —, le decía para que se fuera y me deje escuchar. —Mamá bajara a regañarte — insistía en que debía dormir. —Suga por favor, es el último. —Después no te quejes —; afirmó llenando un vaso con agua devuelta a su habitación. —Aja sí— respondía distraídamente recitando de memoria las frases del capitán Kim Jong-un. Dejó de ser transmitía hace unos años, pero recordaba esos capítulo como si apenas los hubiera visto ayer. En una ocasión para la fiesta de Halloween que se haría en el vecindario pedí un disfraz del capitán Kim Jong-un. —¿De verdad vas a disfrazarse de esa cosa? —Era Suga desde el computador, estaba escribiendo un ensayo para su próxima clase en la secundaria; luego de decirle a mi madre como quería ir a la fiesta de Hoseok, alzó su mirada del monitor mirándome con sus gafas negras colgando del puente de la nariz mientras alzaba un ceja incredulo. —No es una cosa, es el capitán Kim Jong-un, y sí. Me disfrazarare de él—, afirme sacándole la lengua. —Deja de molestarlo Yoongi, si eso quiere, entonces justo ahora iremos para buscarlo— interrumpió el señor Kim. Suga se encogió de hombros. Todavía era temprano para la peste, solo tenía 6 años, todo era posible para mí. Adoraba ir a las fiestas de Hoseok, eran súper divertídas; además me causaba intriga saber cuál sería su disfraz. No habían muchas fiestas en Busán, casi se puede pensar que es prohibido todo tipo de eventos con relación a esa índole. —¿A donde Irán para buscarlo? — preguntó un adolescente desde el sofá. —Primero haremos una parada en Become Neco, hay varios disfraces; estoy casi seguro que lo encontraremos ahí— contestó mi madre mirando la pantalla de su teléfono, parecería que unos segundos antes habia estado buscándolo, así no iríamos por cada tienda preguntando con el riesgo de quedarnos sin gasolina a mitad del camino. Mire con superioridad al genio sabelotodo por la respuesta. —No, se equivocan, ahí no está ese disfraz — comentó tecleando rápido en su computador. —Entonces iremos a Grisham Red. —Tampoco. —¿Diyet Free? —No. —¿Graham Dreed? —No. —¿Niched gold? —Tampoco. Siguieron nombrando tiendas al azar que nisiquiera eran de disfraces, lo se por que Niched gold era de piñatas. —Deberán ir a Lord Valentín —; propuso finalmente. —¿Como estás tan seguro? —dije con las manos en la cintura. —Lo acabo de investigar, — giro la pantalla del portátil mostrandonos la tienda. Efectivamente ahí se veía el disfraz tal y como yo lo quería. —Genial — murmure leyendo con dificultad las letras pequeñas.—¿Como logras ver esos garabatos? —señale una Mancha negra que se extendía bajo un número. Yoongi río junto a mis padres. —No son garabatos, es el Código de barras. —¿El precio? —Exacto. —¿Cuanto cuesta?— pidió el señor Kim. Suga miro la pantalla. — 35 dólares. —¿Osea que esa tienda es estadounidense? —está vez fue mi madre. —Así es señores. —Me asegurare de llevar la tarjeta — regreso al cuarto, el trabajo de mi madre era extrajeron, así que le pagaban en dólares, hacia trasferencias con esa tarjeta, todos sus ahorros estaban ahí de lo dado por las casas vendidas. —Dice 34.999, pero redondeado sabemos que son 35 —; añadio leyendo los números pequeños. —¿Porque redondeando? —Por que nadie respeta los decimales hijo — murmuro mi padre con una sonrisa. —¿No es más fácil pagar los 34 con 999? —Si, pero ahora veras que no lo venden así. —Listo ya la empaque —,  llegó mi madre con el bolso. En tanto las ruedas dejaban marca en la carretera yo me quede pensando en los decimales. A Jungkook le habían lavado el cerebro, fue sometido a una operación mental que le regresara el equilibrio psiquiátrico debido al shock que sufrió tras el primer intento de suicidio, su mente es como un casete, daba vueltas y vueltas en el disco siempre en la misma canción. Entramos al hospital del que una vez salimos luego de haberme traído con urgencia tras haber despegado el avión de Hoseok y yo desmayado en medio de la Sala gritando su nombre. —Creí que nunca volvería —,  murmuro la mujer a mi lado, me sostuvo con fuerza de ante brazo cuando visualizamos al doctor Stevenson. —Me hubiera gustado que nunca pisarás de nuevo estas baldosas—. Le confese. Ella alzó una ceja. —Tu actitud sospechosa me llevó a investigarte. —¿Me investigaste? —Pues claro, ¿Como crees que logré enterarme de tu situación? —Ah. Sin decir nada más tenía lógica, en tanto comprabamos muebles y mandaba a enmarcar las fotos que justo había sacado unas horas antes con la Cámara. Ella me decía que tenía cosas que comprar y no necesitaba mi mal gusto siguiendola. —Quiere decir que mientras yo desempaca mis cosas, ¿tu viniste a interrogar al doctor Stevenson? Ella me solto. —Exacto — me apretó la mejilla izquierda acercándose al hombre con bata blanca. Las madres dan miedo algunas veces. Incluso en ciertas ocasiones veo borroso por que ella no está conmigo, es como si fuera mi claridad, logra ser mi polo a tierra. La seguí a tiempo que el doctor comenzaba a explicarle lo que había sucedido con Jungkook. —El está bien —. Explicó — fue sometido a un proceso complicado, debieron estimular sus neuronas para lograr alterarlas. —¿Alterarlas, por que?— pregunte, el hombre me vio pero siguió hablando. —Entró en un Estado de Shock por impresión,  su mente no asimilaba el hecho de estar vivo cuando paso una depresión tan sumamente tóxica incluso para si mismo; el ser salvado fue un choque magnético para su mente, trabajaba cada día en encontrarle lógica. La caída que sufrió fue una oportunidad para los neurocirujanos que lo trataron de proceder limpiando todo rastro vinculado a los intentos de suicidio. —¿Eso quiere decir que ahora está bién? — interrumpí sin poder evitarlo. —Si,  está fuera de peligro, la cirugía fue un existo, además, uno de los cirujanos es mi hermano — admitió orgulloso. —Osea un experto— objete. —Exactamente. —¿Podemos verlo? —pedí mirando el corredor. —No es posible, su cabeza está bien, pero su cuerpo no,  tiene varias costillas perforadas y apesar del proceso de sanación que le hicieron; es mejor dejarlo para ser atendido correctamente, nos aseguraremos de que no hayan daños en sus pulmones como Inisiones a causa de los huesos rotos, se quedará descansando, si reacciona de buena manera entonces podrá ser dado de alta mañana mismo—. Leyó unas hojas en sus manos siguiendo las líneas con la goma Rosa que tienen los lápices nuevos. Este sujeto siempre que lo veo tiene lápices nuevos. ¿Acaso escribirá mucho durante en día? —Gracias doctor, volveremos mañana —,  agradeció mi madre haciendo reverencia. Nos despedimos más no pude evitar ver hacia el lugar donde estaría su cuerpo cubierto de tubos igual como en un su momento estuve yo también. Regresamos a la casa pero se sentía sombría, apesar del color que tenían las paredes rosadas, amarillas y azules, junto a nuestras sonrisas que descansaban sobre la chimenea, el aspecto era de una constructora abandonada. Hacia frío por lo que decidí escenderla. Me senté en pos de ella sintiendo el calor de las brasas. Mi madre se dirigió a la cocina, un impulso me atravesó obligandome para que reaccionara. —Mamá— la llamé, me puse en pie caminando en su dirección, ella se volvió para mirarme. —¿Si? Antes de verla totalmente la abrace impusilvamente. —¿Quieres ir a cenar? — le propuse sin dejar de estrecharla en mis manos.—Me gustaría mucho ir contigo. Sentí sus manos corresponder al gesto a la ves que decía. —Sí, dejame cambiarme. Para el grado de mi hermano usé un traje negro, por algún motivo decidí llevarmelo conmigo a Seúl; opte por ponermelo para esa ocasión ya que Lucía digámoslo de etiqueta. Ese día casi llegamos tarde debido a que no sabía hacer el corbatín con la corbata. El auto abajo enfrente de la Sala de estar, hacia sonar sus bocinas advirtiendo que ya era hora de irnos. —Llegaremos tarde—, gritó desde el interior el señor Kim ya completamente vestido con Esmoquin. Mi madre salió apresuradamente con un bolso donde tenía la Cámara, estaba desicidida a tomarle fotos para cuando recibiera el diploma, se subió al asiento del copiloto cuando tras mirar por el retrovisor a la parte de atrás exclamó. —¿Y Tae?— se refirió a mi padre quién se encogió de hombros, miro hacia la casa notando las luces de mi cuarto aún prendidas. —No puedes ser que aún se este arreglando— manifestó saliendo de nuevo, entró a la casa subiendo rápido las escaleras llegando a mi habitación. —¿Por te demoras tanto? Ya hay que irnos, tu hermano debe estar buscandonos con la mirada— exigió viéndome intentar hacer el nudo. —Es que no puedo hacerlo—. Conteste señalando la tela suelta alrededor de mi cuello. Ella lo hizo esa vez. Con las luces encendidas para poder ver mejor me acerque al espejo de cuerpo entero para intentar anudarme la tediosa corbata, note una fragancia en el aire muy familiar, me hizo sentir que estaba devuelta en Casa. —¿Aun no sabes hacerlo? —habló mi madre desde el marco de la puerta, tenía un lindo vestido con lentejuelas blancas y una Bufanda de seda blanca rodeando sus hombros. —Es un poco difícil—, confese haciendo un nudo en lugar del corbatín que quería. —Yo lo haré — propuso acercándose, el tacón de sus zapatos hizo eco por el suelo de mármol que había sido escogido por ella misma para ser instalado en las habitaciones. Con sus delicadas manos rozó mi cuello provocándome cosquillas, reaccione ante su toque haciendo que se diera cuenta. —Lo siento tesoro, — hizo fricción con ambas manos — tengo las manos congeladas. —Claro que no— las tome entre las mías besandolas como un caballero, sus manos blancas eran suaves, unas cuantas arrugas vestían sus desnudos dedos más aún así tenía maquilladas sus uñas con un color carmesí único de ella, siempre recordaba a mi madre por en cualquier ocasión parecer elegante; salía de la casa como si se tratara de un reinado. —Seguro ganarás madre, buena suerte — le decía Yoongi cuando la veía. —¿Ganar que? — preguntaba ella desconcertada. —Pues el reinado — confesaba de forma inocente. —¿Enserio vas a un reinado? — me involucraba en la conversación. —Claro, ¿no la ves arreglada? ¿Cierto que se ve hermosa Tae?— contestaba Suga en su lugar. —Sí —asentía siguiendo su juego. —Si, te ves muy hermosa querida — opinaba mi padre leyendo el periódico. Ella se reía cogiendo las llaves del auto desde la mesita de cristal donde siempre estaban. —Nos vemos luego— se despedía con una gran sonrisa. Dejaba la casa infestada con un perfume lavanda que una vez le regale como festejo de un ascenso obtenido en el trabajo. Había trabajado con Suga en una tienda cercana para lograr alcanzar el costoso precio que exigía su compra. —Sigues usando el mismo perfume —hice la observación tras olerlo desde que estaba afuera de la habitación. —Sí, me gusta su olor — admitió volviendo a poner sus manos sobre el pañuelo para hacer el nudo. La lleve a un restaurante de gran prestigio, quería que fuera una noche especial, tal vez sabía muy dentro de mi ser que sería la última vez que lograr verla con vida, nunca pensé en verla antes de que todo pasará. Pedimos algo sencillo más quise brindar con vino. —Tu no estas en edad de tomar jovencito—intervino cuando se lo solicité al mecesero, solté una carcajada igual que ella. —Esta bién, entonces...— mire el menú. —Traenos jugó Natural — habló en mi lugar. El jóven que nos atendió asintió retirándose. Cenamos en silencio. Un silencio reconfortante. Los dos teníamos muchas cosas para compartir, más sin embargo nos decidimos a disfrutar la compañia del otro. Me hubiera gustado alargar el tiempo, pero comenzó a oscurecerse el firmamento en lo alto, impidiendonos quedarnos de más juntos. Pague la cuenta y regresamos caminando hasta una estación, llegamos a tiempo para cuando el último autobús salía. Hubiera sido más cómodo un auto pero no tenía uno de esos, quiénes tenían era mi padre y Yoongi pero ellos ahora están en Busán. —Se pueden ver las estrellas— dijo sujeta a mi brazo, alce la mirada viendo lo hermosa que estaba la Luna aún en estaba creciente. Dejamos un poco de huellas en la nieve aún espesa que ya comenzaba a derretirse como causa del verano, había regresado otra vez el calor. Ya devuelta, sintiéndome un niño de nuevo le dije a la señora Kim sí podría leerme "Somos brujos" Hasta quedarme dormido. Y así lo hizó. Esta vez la cama era más amplia que la de mi antigua habitación, los dos podíamos acostarnos cómodamente. Me puse una pijama de puntos con patrón y ella tenía una de cuadros, saco el libro del su bolso junto a las figuras, e igual que hace unos años la escuche imitar las voces de cada personaje haciéndome reír. La alcoba se iluminó. Solo prestaba atención a las imágenes sintiendo el ritmo de su corazón palpitar cerca de mi oído derecho. Y de nuevo éramos madre e hijo.  


 
 
 

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