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Una canción #57

  • Foto del escritor: Mellower Fanatic
    Mellower Fanatic
  • 19 ene 2019
  • 12 Min. de lectura

—Deberías dormir— le dijo la señora Kim a Taehyung debido a que este había dicho que se sentía muy cansado, lo mire por el hombro y si se veía muy opacado, su espalda caía hacia el frente sin mucha necesidad de forzarla; sus ojos entrecerrados cada vez se comprendían en pequeñas esferas, incluso llegó a cerrarlos de forma completa donde tuve que usarme como soporte y ayudarle a llegar hasta la casa, todos en silencio veíamos como la señora Kim introducía una llave para dejarnos pasar, Taehyung subió las escaleras sin dirigirnos una mirada más. Cuando desapareció por los escalones me atreví a hablar. —Realmente se ve mal. La señora Kim me miro para luego ver hacia la escalera. —Si, pero un buen descanso le hará bien, ¿Quieres un poco de café para luego irnos? —¿A donde? —Debo llevarte al hospital— camino hacia la cocina. —¿Y Tae? —Debemos dejarlo que descanse, luego él te ira a buscar, yo debo irme mañana temprano. —¿Por que? Ella me dedico una dulce sonrisa mientras se ponía un delantal alrededor de la cintura, tenía un bordado color rosado con muchas rosas Rojas. —Debo regresar a casa, tengo obligaciones haya para cumplir, tengo otro hijo y un esposo; también un trabajo. —Entiendo —murmure triste de que se fuera —, gracias por ir a recogerme. —No fue nada, de hecho pensaba quedarme para tener todo listo cuando llegaras. —¿Habla de la casa? — Procedí ya que se había metido y encendió una estufa por lo que se oía lejos su voz, me senté en un taburete que había sido puesto cerca de una mesa como las del bar, me dedique a mirarla mientras cocinaba. —Exactamente, lo que ves fue hecho por mí — contestó señalando todo a su alrededor— Si mi hijo se hubiera encargado de decorarla, créeme— se volvió—; no luciría así de bien. Sonreí mostrando los dientes. Mi labio inferiores estiró un poco reabriendo las suturas que tenía. Lance un gemido y me lleve una mano para rozarlo, tenía solo unas leves manchas. —Te daría algo para eso pero no creo que haya un botiquín en este lugar—. —No se preocupe, seguro en el hospital me pondrá algo para ello. La mujer no respondió seguro lamentándose por dentro de no poder atenderme, hizo una línea recta con la boca y puso una olla con agua dentro de la boquilla encendida. —Bien, en unos segundos estará el agua para un poco de café— sacudió sus Palmas como si tuviera harina en ellas y procedió a sentarme a mi lado. Le sonreí aunque no me fijé en si ella me regreso el gesto; lo único en lo que solo podía pensar eran en ese joven que me habló con tanta confianza. —Piensas en mi hijo. —Si. —Él es un niño decidido. —¿Niño? —Aunque no lo creas, tiene muchos secretos bajo su piel, y aún lucha internamente por perdonar. —Siento conocerlo pero no se de donde. —Y ya lo recordadas. Unas voces me agobiaron, suspire mirando la tetera. —Debes tener paciencia. —La tengo, solo esta escondida. —Lamento que hayas tenido esa experiencia en la clínica. Señalo mi labio roto. —No es nada, solo un golpe. —Pero después te cicatrizan por lo constantes. —¿Que haré ahora? Me pregunte a mi mismo aunque ella igual respondió. —Confiar. Luego del café me quedé toda la noche en el hospital, debían volver a reabrir mis heridas y debía quedarme hasta que fuera prudente, lo cierto es que solo pienso en mi vida como un caja de juguetes donde todo el mundo casa una pieza desarmando sin yo poder evitarlo. Miraba las estrellas sin entender por que había sido así el final de todo este tropiezo camino, quería morir pero solo contemple el mar como una pesadilla. El doctor Stevenson habló con la señora Kim unos instantes en tanto yo solo me dignaba a ver el suelo. —Pronto tu memoria volverá — se dirigió a mi persona cuando quise saber la razón de mi amnesia. Había dolor en su retina, ¿Que tanto debía conocer? Era como si solo mis padre fueron los únicos que decidieron quedarse mientras la solución huía. Algo tenía conexión. ¿Por que otro motivo me exigirían tanto? ¿Seria un coincidencia que solo a ese joven lo haya olvidado? ¿Por que no pudo ser el amor hacia la música? ¿O el accidente? Sin chistar me quedé dormido ignorando las cornetas de la razón que aullaban con un tormento. Perdí algo. Lo pero era que no lo sabía. Desperté sin ánimos, no hable; salí de la habitación y me quedé en la Sala de espera esperando ver a Taehyung. Cuando entró estaba solo. La señora Kim no lo acompaña. Al verme trato de sonreí pero pareció más la forma de un mueca cruda. Quise preguntar pero solo guarde silencio, el noto lo impreciso de mis labios tras curvarse por emitir un sonido. —Se ha ido esta mañana. Mire hacia el exterior agradeciéndole por su presencia, fue como estar al lado de mi madre de nuevo. No hubieron muchas charlas, me sentía perdido por no hacerle las cosas fáciles a mi inquilino así que nuestra comunicación fue vacía, por momentos trataba de remediar los huecos pero era difícil sin mi colaboración. Llegábamos a cruzar frases tan banales como ahora. —¿Quieres salir? Lo mire desde el otro lado del sillón donde leía. Mi silencio como respuesta le dio un indicio. —De acuerdo — se levantó apagando la televisión. —Quiero que veas una cosa. Camino por un pasillo de la casa sin percatarse en si lo seguía, deje el libro resoplando por la interrupción. Sin mucho que decir llegamos a una puerta. —Hay algo aquí, que espero te ayude para saber de donde nos conocemos. —abrió. Deje escapar un gemido. Un hermoso piano se encontraba en medio, cubierto para evitar ser atacado por el polvo. Extendí las manos por el tapete. Detrás Kim solo observaba mis acciones con cautela, esperando no me desmayara por la emoción. —Lo compre con mi mamá hace unas semanas, quería que con ello revivieras los momentos cuando tocabas en las tarimas cuando hacías tus presentaciones en Busán. ¿Lo recuerdas? Asentí. En mi antigua casa debería estar "Letmon" Mi piano, aunque no era el, igual me emocionaba estar frente a uno. Esa tarde Tae pudo tachar el último de sus deseos, que Jungkook tocará solo para él. Interpretó cada uno de sus canciones a la perfección. El tiempo no había pasado. Por sus venas todavía corrían notas musicales. No supo encontrar el camino hacia su corazón, pero una piedra se había removido y era un átomo menos. Continuaba sumergido en el cuento para niños que había cogió de la habitación siguiente cuando en la plata superior hicieron eco tocando tres eres la madera de la puerta principal, un Tae desanimado se dirigió para abrirla encontrándose con un Jimin lleno de bolsas en las manos, había usado su frente para hacerse escuchar. —Hola Tae —Sonrió soltando las compras—disculpa que llegue así pero como me dijiste que Jungkook tuvo un ataque de asma entonces me preocupe así que decidí comprarle medicamentos y también traje comida por si quieren. Tae miro las bolsas. —Gracias, pasa. Desocuparon un espacio para mostrar lo que este había traído. Jungkook reconoció la voz, bajo como un rayo por poco cayendo los últimos escalones. —Hola Jeon. —Hola Jimin — salud extrañado por el tono alegre que traía, vio los medicamentos haciendo crecer su curiosidad. —¿Que es todo esto? —Medicinas para ti. —¿Para mi? —Tae me digo esta mañana que tuviste un ataque de asma hace unos días y me preocupe. —¿Ataque de asma? — se dirigió a quien estaba a su lado con unas pastas en sus manos, abrió los labios pero no pronunció nada, "Luego te cuento" Articulo para que leyera, "Por cierto, te queda bien la camiseta" Jeon hizo un puchero abriendo una de las tres bolsas, en ella encontró comida. —Oh, —exclamó haciéndose con un paquete de papas. —Pensé que querían frituras. —Gracias, que considerado. —se retiró con el mercado; saco unos chicles dispuesto a guardarlos en sus bolsillos traseros. Algo estorbaba así que lo saco, era la foto. Miro a Tae quien se acercó sosteniendo con fuerza su muñeca evitando que pudiera guardarla. —Me la dio Jimin en la tarde cuando vino a la casa. Park se acercó a los dos. —Fue hace años, —nadie habló —Es muy tarde y creo me debo ir ¡Jungkook toma tus medicamentos!—se despidió. Tae miraba la foto en todo momento. Jeon tanto de zafarse de su agarre pero parece estar en un trance. —Tenemos que hablar. —Oye si es por la foto te puedo asegurar que no es nada, el me la dio. —No es por ello. —Ah, ¿Entonces? Se despegó dejando una marca alrededor. —Debemos salir. Dejó los dulces. Se subieron al auto de Yoongi y Tae condujo hasta la casa de Jeon. Donde vivía con sus padres. —No, no estoy listo para regresar —comenzó a suplicar enterrando las uñas en el cuerpo de su asiento tras ver la carretera vieja y la recopilación de cemento vieja, decía: "En venta" Pero nadie se atrevía a siquiera mirarla. —Es necesario. —Pero no quiero. No respondió. Con los ojos a punto de salírsele de la cara miro la tenebrosa escultura una vez parquearon. La acera donde antes jugaba seguía intacta a pesar del tiempo trascurrido; el verde del césped seguía siendo tan vivo como el instante cuando la compraron. Ahí estaba con su peinado tan peculiar y su padre lavando el auto. —Sin sigues a ese ritmo quedará brillante —Le acariciaba la cabeza cuando con esmero relucía uno de los costados. —Quiero poder ver mi reflejo. El señor Jeon sonreía viéndolo. Una garra de limonada se acercaba haciendo sonar el hielo dentro. —Es hora de descansar, han hecho un excelente trabajo. El pequeño corría por un vaso con muchos hielos. —Dame otro por favor —pedía más aunque ya tuviera bastantes. Pero ahora el auto no está. Fue hecho pedazos en el choque. Los restos quedaron como lo huesos rotos en su cuerpo. Fueron desechos. La puerta estaba cerrada, Tae forcejeo rompiendo el seguro, sin fijarse en nada más solo avanzó haciendo rechinar la madera antigua a paso rápido. Los portarretratos estaba esparcidos en el suelo, algunos faltaban, unas cuantas ventanas estaban rotas; un mar de piedras reposaba a pos de cada una. Los sillones viejos se embebían de olvido. No era una casa del Terror pero si lograba asustarlo la cantidad de suceso que pasaron ahí en su ausencia. Jungkook noto que Tae se dirigía al Salón, lugar donde estaría su piano, se apuro para detenerlo. Era algo estúpido, seguro lo hubieron robado. —Ya no debe estar ahí. Pero fue ignorado. En sus manos tenía una llave, Jeon se la arrebató. —Devuélvela. —No quiero que hagas esto, el piano debió haber sido robado cuando las noticias se difundieron... Lo más probable es que ya no este. —Devuélvela. —¿Por que quieres hacer esto? —Devuélvela. —No puedes hacerlo, no tienes derecho, esto ya es suficiente detente. —Solo quiero ayudarte. —Pues entonces vámonos, no quiero que sigas más. —Necesito que me devuelvas la llave. —Ya baste de querer ayudarme, solo haces que me sienta peor por que yo no se quien eres. —Pero pronto lo sabrás, dame la llave. —Pero es que yo no quiero que te esfuerces más por mi culpa, ¡Debiste dejarme! —¿Y permitir que murieras? —¡Si! Por que ese era mi plan y tu lo arruinaste. —Quería salvarte. —¿Y tu que sabes sobre salvar a alguien? ¿Acaso sabes algo de mi? ¿Lo que viví luego de haber perdido todo? No lo sabes, ¿Si dices que me conoces entonces entenderías ¿Si quiera sabes lo que es la soledad? Tae lace humo. —Se mejor que nadie lo que es sentirse así. —¿A si? Quería responderle, devolverle el cuchillo, pero no era ese el momento adecuado de hacerle saber que de dolor ambos conocían sus retos. Que el también había llegado al borde del vacío. En su lugar se mordió la mejilla interior. —Jungkook, dame la llave. —Deja de querer arreglar las cosas por que no puedes, nada de lo que hagas funcionará, Por que solo me has visto dos veces en tu vida, ¿Ahora crees que lograrás haber vencido? Sus palabras hicieron que Kim palideciera. Jeon quedó con la mano hecha un puño por encima de su cabeza, suspendida, estática tras saber lo que había dicho, era un juego de ajedrez que parecía no terminar. —¿Recordaste algo? ¿Sabes cuando? —El día que tuve mi primera firmar de autógrafos y cuando despertaste del coma. Kim parpadeo cubriendo su boca dejando caer unas lágrimas, pero se recuperó con habilidad. Sorbió la nariz. —Por favor dame la llave. Extendió su Palma hacia su pecho. La emotividad del aire hizo que le hiciera caso entregándola, sus ojos cristalinos se fijaron en ese pequeño registro dándole vuelta al candado. El músico estaba pendiente de lo que seguro encontraría en medio del Gran salón, la puerta en Cámara lenta se deslizó dejándolos entra. Ahí estaba. Unas peculiares sílabas escritas con dorado en la tapa decía más que nada. Estaba al intemperie pero lucia como nuevo, la humedad parecía haber decidido a no probarlo. —Pero, Letmon—pronunció sin poder creerlo, sus huella dactilares quedaron por todo los posibles destierros, su mirada se extendía por cada extremos sin entenderlo. —Luce como nuevo. —Lo pinte de nuevo—; habló Kim con los brazos cubriendo su cuerpo.—Vine hace meses, me escabullía cada día por las ventanas decidido a cuidar de que nadie viniera por el, es muy importante para ti y es uno de tus mayores tesoros; no podía dejarlo. Sabía que no estabas listo para venir, tampoco te obligaría, así que lo mantuve en secreto—. Dejó de verlo para segundos después recibir un abrazo. —Gracias —fue susurrado en su oreja. Permanecieron reprimiendo palabras que el silencio complementaba, no debían decir nada para saber que sucedía; estaba claro con las expresiones de cada músculo. Tae le regreso el gesto acunando su cabello en su cuello. Una portada fue encontrada bajo la capa que Jeon alzó, estaba su cuaderno de composiciones, entre todas estaba la que era para Kim. —"Para el Chico con gorro de lana"— leyó poniendo la partitura de tal modo que pudiera leerla y tocar. 🎹No Conozco a los dioses, tienen que vernos pero solo deciden a su conveniencia, estas de pie pero solo veo tu espalda. Quisiera saber más aquello que nos une pero luego estoy solo junto al maullido del viento por que ya no te tengo. Estas allá en la otra esquina del Valle; es como un sueño del que pasan los años y la tierra no se remueve bajo mis pies, solo soy un hombre que ha muerto. Soy como un jardín de solo lágrimas. Soy solo un músico sin alas. Quisiera regresar, decirte que cambiare; pero serian solo mentiras y no mereces que te siga engañando. Ahora que he perdido, me miro, me olvido de ti, perdóname.🎹 Termina y el candelabro en el techo silba por una ventaja rota, nota el vacío en uno de sus dedos, masajea la cicatriz que quedó, su anillo fue tragado por el mar, ahora debe estar cubierto por arena. —Mi mamá me regalo ese anillo con mi nombre. Cuando Tae trato de salvarlo se enredo en su camiseta y fue tragado por el inmenso azul. —Lo recuerdo, en las dos ocasiones lo tenías puesto. —Era como siempre tenerla conmigo, hasta eso perdí. Un espacio de la baqueta fue ocupado. —No puedes culparte siempre. —Trato de confortarlo —. La canción es hermosa. —Le puse ese título por que quería hacerla especial. —Debes sanar. Debes confiar. —Lo se, pero me siento como una pluma; el viento me lleva donde quiere y no puedo quejarme. —Pero ahora me tienes, ¡Ya sabes quien soy! Podemos empezar juntos yo te ayudaré. —¿Y si no puedo? —Moriremos juntos. Era mi puente, quería ser el soporte que me ayudará a levantarme, sostuvo mis rodillas cuando flaqueaban; sonreí agradecido de haberlo encontrado de nuevo. —Tenemos Historias para contarnos. Reímos por todo lo que había sido llegar hasta aquí. Tae fue sincero, le habló de Hoseok, De su hermano, de la Universidad, de Jimin y su enfermedad. —¿Tuviste Cáncer? —Si. La razón de querer encontrado cuando llegó a Seúl. —Perdón por insultarte. —No tenías idea. —¿Pero ahora estas bien? Su labio tembló, no estaba bien, su médula no sano como los médicos esperaban, moriría pronto, pero la angustia en su voz lo retractó. —Si el tratamiento funcionó. ¿De que serviría decirle la verdad? Deseaba que los dos tuvieran su propia novela pero aunque no todo era color Rosa fingiría que si. Jungkook ladeo la cara sonriendo. Hablaron junto al piano y descubrieron los secretos que tanto aguardaban en el pecho como un tornillo flojo. —¿Como esta eso de que tuve un ataque de asma? —Ah. —Jimin parecía muy convencido cuando fuiste tú, yo te ayude con el inhalador en tu maleta, ¿Tienes asma? —Sucede muy pocas veces, es cuando mis emociones colapsan. —Deberás decirle o es capaz de traerme medicinas todos los días. —Quería hacerte pasar por víctima por no haber dicho en el centro comercial que nos conocíamos o haberme explicado por que estaba con mi hermano. —¿Victima? —Ya te conté que el fue quien me digo donde estabas por que desapareciste del mapa. —Si pero... —Solo me enoje entonces por eso lo dije, mañana lo buscare para decirle. —¿Entonces Hoseok no es tu novio? Como saliste corriendo de la casa cuando su nombre fue mencionado creí que si. —Ya te dije que no, debido a mi enfermedad mi hermano lo mando para California de internado. —Vale. Tae lo codeó. —¿Algún interés? —Para nada. —¿Volverás a Tocar? —No lo se. El negro blandón pedí a gritos volver al escenario, también la Chica del bus, era probable volverla a ver, le comprobaría a la sociedad entera que hay mucho más. —¿Como una reaparición dramática? —Tal vez. —Por favor — junto las manos. —Lo pensaré. Siguieron llenando el lugar de sonidos angelicales, Tae comenzó a cantar acompañando las melodías; era día de Luna llena, en la alto un resplandor pareció eclipsarse. Compartían algo más que solo sonetos, era un sentimiento. Jeon pudo mostrar su canción. Aquellas palabras tan peculiares sonaron cada vez con más fuerza. Sabía de quien era. Tal y como digo el músico, al otro día llegó de nuevo Jimin con más medicamentos. Sin molestarse en decir otra cosa que el preguntar por el bienestar de Jeon entró con más compras. —Encontré gomas perfecta para quienes tienen asma y previenen los ataques. Tae traía puesta una gorra en la cual se oculto de la mirada penetrante que le lanzaban desde el otro extremo.  


 
 
 

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